martes, 7 de mayo de 2024

Entrevista capotiana a José Membrive

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Membrive.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una casa en un bosque.

¿Prefiere los animales a la gente? En general, sí, prefiero a los animales.

¿Es usted cruel? No, en absoluto.

¿Tiene muchos amigos? No, sí muchos conocidos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Transparencia.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, porque tampoco suelo proyectar muchas expectativas.

¿Es usted una persona sincera? Cuando escribo.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Tranquilo, escribiendo, meditando.

¿Qué le da más miedo? La incertidumbre.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La forma mafiosa de gobernar el mundo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Tal vez agricultor.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, el paseo-meditación.

¿Sabe cocinar? Lo justo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Tal vez a Jesús de Nazaret.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Luz.

¿Y la más peligrosa? Dolor.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Las que abogan por la rehumanización de las personas y del mundo.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Astronauta.

¿Cuáles son sus vicios principales? La soledad.

¿Y sus virtudes? La soledad.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Como siempre me gusta ver el lado positivo, percibiré, que al menos, no pasaré sed en la transición.

T. M.