viernes, 5 de julio de 2024

Entrevista capotiana a Mayte Esteban

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mayte Esteban.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Después de los tres meses que nos pasamos encerrados en pandemia no me gusta ni pensar en la idea de no salir, pero supongo que puedo hacer trampa en la respuesta: me encantaría no salir de mi imaginación.

¿Prefiere los animales a la gente? Quiero muchísimo a Ulises, mi perro, pero prefiero a las personas.

¿Es usted cruel? Conmigo misma; a veces soy un juez demasiado implacable y me exijo de más.

¿Tiene muchos amigos? No muchos, pero sí muy buenos; algunos llevan conmigo desde la infancia.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Empatía, apoyo, oídos para descargar el peso de la mochila que todos cargamos. Y que se apunten a tomar un vino a charlar hasta las tantas.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. Mi padre me enseñó una teoría que tenía, que él llamaba la curva de la amistad; cuando llegas a un determinado punto de esa curva con una persona, es cuando se convierte en un amigo. Hasta entonces, es solo un proyecto de lo que podría ser una amistad. Es largo de explicar, pero la vida me ha demostrado que llevaba razón. Superado ese hito, lo demás fluye para siempre.

¿Es usted una persona sincera? Si ser sincero es no guardarse información, no. Creo que miente quien dice que es completamente sincero. Por ejemplo, ahora mismo podría no estar siendo sincera.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leer es lo que me apasiona, seguido de escribir y viajar.

¿Qué le da más miedo? Esta pregunta la reformularía: qué no me da miedo. Pero por concretar, que se nos desmorone el sistema sanitario público me aterroriza. Cuando tienes una enfermedad grave e imposible de abordar por tu cuenta es cuando eres consciente de lo maravilloso que es que funcione.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El maltrato a las personas mayores no lo puedo entender. Ese abandono a las personas que nos dieron todo su amor, no paliar su soledad, es algo que no soporto.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Habría dedicado mi vida a la enseñanza.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Camino mucho por la naturaleza. Además de un río (el Duratón) y unas lagunas, vivo rodeada de pinares y tengo perro, lo que es una combinación fantástica, porque me saca él a mí a diario.

¿Sabe cocinar? Hace casi treinta años que me fui de casa de mis padres y estoy viva. No sé si lo hago muy bien, pero sobrevivo, así que sospecho que algo sé.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? No tengo dudas, la Celestina. Me parece que es interesantísima esa personalidad manipuladora, astuta, capaz de adaptarse al interlocutor que tiene delante en cada momento para sacar el máximo partido de él. Aunque seguro que acabaría poniendo en el artículo lo que ella quisiera, ahora que lo pienso...

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Posibilidad. Creo que es lo que te empuja a seguir intentando conseguir tus sueños.

¿Y la más peligrosa? Fanatismo. Impide pensar por uno mismo, te convierte en una oveja que solo repite consignas que otros han inoculado en tu mente.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? ¡Qué pereza! Soy más de “tú por tu lado y yo por el mío”.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Vivo decepcionada con la clase política actual, más preocupada por el marketing que por las personas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Librera.

¿Cuáles son sus vicios principales? Los libros y el Ribera del Duero (en ocasiones especiales).

¿Y sus virtudes? Resiliencia, aunque llevo una temporada que la tengo un poco más ralentizada de lo normal, será que me hago mayor y cada vez cuesta más adaptarse a los cambios.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Lo hablamos si no muero en medio de la experiencia.

T. M.