jueves, 8 de agosto de 2024

Entrevista capotiana a Juan Peregrina

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Peregrina.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Donde estuviera mi pareja con un par de libros y un par de discos.

¿Prefiere los animales a la gente? Preferiría preferirlos. Los gatos, por ejemplo: a veces pienso que la alergia que me causan es preferible a la necedad y maldad de alguna gente.

¿Es usted cruel? Imagino que bastante más de lo que admitiría en una entrevista.

¿Tiene muchos amigos? Qué va. Ni ganas.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Humildad, sinceridad y sacrificio: imagino que lo contrario de lo que yo ofrezco.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Los verdaderos no. El resto es purrela.

¿Es usted una persona sincera? Lo intento. La edad permite no serlo tanto, porque el no tener filtro es propio de la infancia. Qué recuerdos. Hoy el clásico «A ver si nos vemos» esconde un «Ea».

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Intento leer todo lo que puedo (aunque quiero no leer más, como recordó Pablo Matilla hace poco, sino leer mejor) y a veces corrijo textos. Veo películas.

¿Qué le da más miedo? Imagino que el dolor. Los ataques de pánico, la ansiedad, ya son parte de la familia, así que el dolor físico. Y claro, que desaparezca gente que amo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La vanidad, la avaricia y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, en especial los de las niñas, mujeres y ancianas y colectivos vulnerables. El hombre blanco, como decía Siri Hustvedt, que se siente amenazado: ¿por quién, por qué?

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? He vendido libros y no lo hacía del todo mal; he sido profesor y lo soy y parece que también me defiendo. Pero fuera de las letras, las hojas y los libros, ni idea: siempre pienso en Rodrigo Fresán cuando dice que “no había plan B”.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Next question.

¿Sabe cocinar? Digamos que cuatro o cinco platos: la lasaña, los revueltos, la pizza casera, la empanada, los potajes… uno de los libros que más quiero es la libreta con el recetario que me regaló mi pareja.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Fresán; Felllini; Susan Sontag.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Libertad.

¿Y la más peligrosa? Libertad.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Como nos enseñaban en inglés: incontables veces.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Intento ser de izquierdas, progresista, feminista, antifascista. En un sistema capitalista, por supuesto.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Mejor escritor.

¿Cuáles son sus vicios principales? Soy mentiroso, hipócrita, adulador y quejica. Me he vuelto un glotón.

¿Y sus virtudes? Reconocer algunos de mis vicios.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Agua, lengua, agua, garganta, agua, caricia, agua.

T. M.