lunes, 17 de febrero de 2025

Entrevista capotiana a Ángeles Doñate

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ángeles Doñate.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Aquel en el que vivieran personas que quiero y me quieren, en armonía y con alegría. Así que a partir de ahí…

¿Prefiere los animales a la gente? ¡No! He vivido rodeada de animales y plantas, ¡me gusta convivir con ellos!, me preocupa el trato que reciben muchas veces… creo que deberíamos convivir en armonía y con respeto. Pero si he de elegir, una persona va por delante.

¿Es usted cruel? No. Creo que si vemos a los demás como iguales, personas con sus sentimientos y su historia, es difícil serlo. Así trato de ver a los otros, como iguales diferentes.

¿Tiene muchos amigos? Me gusta pensar y sentir que sí y que, a la vez, muchas personas me consideran su amiga.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La bondad, no como acto de ingenuidad ni tontura, sino esa bondad luchada, esforzada, consciente. La lealtad, que no tiene que ver con algo ciego sino más consciente, y la valentía, acompañándola. Y en otro orden de cosas, que amen la vida, que tengan pasiones aunque no coincidan con las mías, que sean curiosos, imaginativos y buenos conversadores o escuchadores.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Procuro juzgar lo menos posible y, cruzo los dedos, espero ser poco juzgada. Desde el corazón y la mirada abierta, es difícil que las personas te decepcionen. Todos cometemos errores o tomamos decisiones que no todos comparten. Confío en mis amigos, en su buena intención y hacer, valoro su libertad y que tengan personalidad, así que… algunas veces hacen cosas, opinan o deciden diferente a mí.

¿Es usted una persona sincera? Tan sincera como puedo. Pero así como tengo claro que no soy cruel, alguna vez he mentido como lo hemos hecho casi todos por motivos bien diversos, desde el miedo al deseo de no hacer daño.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Entre historias –leyendo, escribiendo, yendo al cine, en una buena conversación-, al aire libre o viajando, alrededor de una taza de té conversando con gente conocida… ¡hay tantas maneras de sacar provecho al tiempo!

¿Qué le da más miedo? La violencia irracional, a pequeña o gran escala. Esa capacidad de odio que se esconde en algunos seres humanos que les lleva a provocar dolor a otros, sin más. En un orden más cotidiano, la soledad no elegida, que viene de la pérdida de seres queridos.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que un ser humano esclavice a otro, lo maltrate, lo considere un objeto.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? De hecho, en mi vida, la escritura ha ido paralela con otros trabajos como el de periodista o educadora, así que no he podido dedicarme en exclusiva. Supongo que esos dos oficios me cuadran. También me hubiera gustado trabajar en un museo, en una biblioteca, en una editorial… ¡todo alrededor del mundo de la cultura y con gente!

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Poco y eso, con los años, empiezo a ver que ha sido un error.

¿Sabe cocinar? De supervivencia. Me gusta pero no le he dedicado tiempo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Depende del día, del año, de la época de mi vida. Difícil elegir uno. Si pienso en inolvidable para mí, hoy escojo a mi padre, que murió cuando yo era adolescente, que me introdujo en el mundo de los libros y la lectura.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Me gusta muchísimo la misma palabra esperanza, que la contiene toda. Pero elijo la palabra apapacho –una palabra náhuatl- que tiene que ver con abrazo de verdad, dado con el corazón, una caricia para el alma. Creo que en los brazos que acogen a otro, lo consuelan, le agradecen, lo protegen… cabe toda la esperanza de un mundo diferente. El abrazo de la madre, del amigo o de la compañera, del amante, del abuelo… el que damos felices, el que damos tristes, el que damos asustados… entre esos brazos abiertos cabe toda la esperanza entre esos brazos.

¿Y la más peligrosa? Odio.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Hasta el momento, no. Al menos, conscientemente.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? La humanidad en el centro: procurar el bien de esta. Creo en la justicia, en el respeto y en la solidaridad. La educación como camino de futuro y la democracia como el mejor de los sistemas hasta ahora ejercido.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Aire o estrella… ¡amo el cielo! Y si te refieres a otra persona… quizás una mecenas del siglo XIX, rica, enamorada del arte, organizadora de tertulias… rodeada de artistas y de paz en el campo. Que dispusiera de tiempo para cultivar muchas artes y de recursos para apoyar a muchos artistas.

¿Cuáles son sus vicios principales? ¿Más allá del dulce, de leer compulsivamente y de dormir? Seguramente la falta de constancia en muchos campos, el dejar para más adelante, la impuntualidad. ¡Todos tienen que ver con el tiempo! No nos llevamos muy bien…

¿Y sus virtudes? Preferiría que fueran otros quienes las dijeran pero supongo que saber escuchar y saber ser buena conversadora, la empatía y no aferrarme demasiado a objetos y opiniones sino ser capaz de ceder con elegancia.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? No tengo ni idea pero si pudiera elegir, trataría de irme al principio: cuando era niña, la vida brillaba aún por estrenar, todo parecía un cuento al alcance de la mano. Recordaría el cariño de mi casa, las pilas de libros leídos, los juegos con mis amigas en el patio, las bicis en el verano, los bailes bajo la carpa con la orquesta… me gustaría volver al principio y despedir en círculo la vida, rodeada de personas que me quisieron y a quien yo quise.

T. M.