sábado, 1 de noviembre de 2025

Entrevista capotiana a Emma Lira

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Emma Lira.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una isla. Suelen ser cambiantes y cosmopolitas. Y rodearse de mar es una manera de mudar constantemente de paisaje.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero casi todos los animales a mucha gente. Quizá porque no conocen la falsedad. Y porque a veces muestran más disposición que nosotros para aprender.

¿Es usted cruel? No. Es una faceta que cultivo poco. Quizá a veces debería emplearme un poco.

¿Tiene muchos amigos? Me gusta pensar que sí. Hacemos una broma recurrente sobre mis “26 mejores amigas”. Me gusta conectar gente, ver crecer a los grupos y que mis amigos se hagan amigos entre sí.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La capacidad de estar sin juzgar. Saber que están ahí aunque el tiempo, las tareas, el día a día y los wasaps sin contestar nos coman.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Afortunadamente, no. O quizá es que si me decepcionan dejo de considerarlos amigos. Pero normalmente tiendo a buscar todos los motivos y a justificar los posibles cambios de actitud.

¿Es usted una persona sincera? Sincera, pero diplomática. A veces el silencio es una forma de no herir. Y mira que a mí el silencio me cuesta.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo y escribiendo, un clásico. Preferiblemente en cualquier chiringuito frente al mar.

¿Qué le da más miedo? La polarización. Y la falta de criterio propio.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza que, como pueblo, olvidemos el pasado. Que tiñamos de ideología las injusticias. Que deshumanicemos al que no es como nosotros por su religión, su color, su procedencia o su identidad sexual.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Soy periodista, así que desde los once años iba muy encaminada a la comunicación, pero si no hubiera sido periodista, habría sido arqueóloga. Me gusta sentirme un poco arqueóloga a veces en mis novelas y mis reportajes.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Mucho menos del que debería. He hecho senderismo, barrancos, esquí, submarinismo… pero cuando era más joven. Yo creo que tengo la sensación de que me convalida para siempre.

¿Sabe cocinar? Sí. Y me gusta mucho. Me relaja. Se le atribuye a Agatha Christie que sus mejores crímenes los imaginaba fregando los platos. Yo creo algunos de mis mejores diálogos mientras salteo las cebolla o pelo patatas, con una copita de vino.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Uf, qué difícil. Del pasado, a Almanzor. Reciente, pero ya fallecido, Julio Anguita. Mira, los dos de Córdoba.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Solidaridad.

¿Y la más peligrosa? Razón. Cada uno tiene la suya.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. Creo que nadie tiene poder sobre la vida de nadie, pero también sé que puesta en las circunstancias adecuadas podría hacerlo.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Quieres que te diga derechas o izquierdas, pero ya te he dicho que aborrezco la polarización. No me gusta comprar el paquete de una ideología. Si eres de derechas tienes que estar en contra del aborto y las bodas gays. Si eres de izquierdas tienes que odiar los toros y las iglesias. Si eres de derechas tienes que odiar los nacionalismos, salvo el propio, claro. Si eres de izquierdas no te puedes comprar un chalet porque eso es de burgueses. Yo creo que hay un mundo para todos donde el respeto debe ser básico. Ni los inmigrantes vienen a robarnos el trabajo, ni toda la gente de derechas es facha y explotadora. Ni hay que detestar la Semana Santa ni hay que hablar de menas, despersonalizando a niños migrantes. Creo en un mundo donde quepamos todos. Donde los muertos de ETA, de Hamás y de Israel estén en el mismo lado de la balanza, en el de la intolerancia y la violencia. Un mundo donde la convivencia sea posible y el debate nos enriquezca. Lo contrario es muy pobre. Creo en un mundo donde quepan Ayuso y Rufían. El País y la Razón. Palestina e Israel.   

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? ¿De profesión? Historiadora, arqueóloga, antropóloga... Si pudiera ser otra cosa que no fuera una persona, sería un perro. Un Golden Retriever cariñoso, tranquilote y con pelazo.

¿Cuáles son sus vicios principales? No sé si viajar podría ser considerado un vicio. O una cerveza fresquita mientras escribo o con los amigos. Si te refieres a defectos en sí, te diría que la desorganización. Suelo moverme bien en el caos, pero a veces me atasco hasta yo.

¿Y sus virtudes? Probablemente la imaginación y la empatía.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Creo que más que un flash de imágenes del pasado tendría un fogonazo del futuro. De todas las cosas que aún me quedan por hacer,

T. M.