miércoles, 26 de noviembre de 2025

Entrevista capotiana a Luz Nogués

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Luz Nogués.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Cualquier zona del Pirineo alejada de los turistas. Una montaña tranquila, ovejas pastando en los prados, hayedos infinitos. Y una pareja de águilas volando sobre mi casa. De hecho, a menudo estoy allí. 

¿Prefiere los animales a la gente? Me gusta estar con buena gente, de hecho, lo necesito. Pero tengo que reconocer que en mi corazón hay un lugar especial para la nobleza y la fidelidad de los animales, que muchas veces no se encuentra en las personas. 

¿Es usted cruel? No. No tolero la maldad injustificada.

¿Tiene muchos amigos? No. Tengo pocos, pero muy buenos. Para mí la palabra amigo es algo muy grande, y no llamo así a cualquiera. Eso sí, cuando alguien entra en mi círculo, en mi núcleo, se queda para siempre. 

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Fidelidad, lealtad, empatía. Presencia aun desde la ausencia, ya que muchas veces no hace falta verse o ni siquiera hablar. Solo saber que la otra persona está allí. 

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Como he dicho antes, llamo amigo o amiga a muy pocas personas y, cuando lo hago, estoy segura de que no me fallarán. Creo que nunca me han decepcionado. Y si alguna vez, que no recuerdo, alguno lo hubiera hecho, es que no era amigo.

¿Es usted una persona sincera? Sí. No entiendo la mentira, aunque tampoco considero que haya que ir pregonando verdades incómodas. 

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo. Camino cada día en busca del amanecer y del ocaso. Hago ejercicio. Y si puedo, voy a mis montañas. 

¿Qué le da más miedo? El miedo. El miedo paraliza. Te roba la vida. Te acobarda. Se apropia de ti. Te convierte en un ser diminuto.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza la inmunidad de la maldad. La mala educación. La injusticia. El sufrimiento de los niños.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Creo que no podría vivir sin contar historias. O sin plasmar imágenes con mis fotos. Creo que si no me dejasen crear, escribir o fotografiar, lo haría en sueños. O en el aire.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Entreno varios días a la semana, camino y nado. Los escritores pasamos muchas horas sentados, y hay que compensar. Como dice mi entrenador, el movimiento es vida.

¿Sabe cocinar? Lo justo. Mi creatividad no fluye por ahí. Pero mi cocido madrileño es legendario entre los míos. Y mis torrijas son puro pecado.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Miguel de Cervantes. Me encantaría sentarme a charlar con él largo y tendido.  Que me contase sus vivencias, sus miedos. Me interesa más el hombre que el mito. Quiero saber su día a día, sus costumbres, sus manías. Y sobre todo, quisiera saber su opinión sobre los tiempos que corren. ¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Mamá. A ella recurrimos todos desde que nacemos, porque sabemos que ella arreglará lo que sea. Aunque tengamos 80 años y ella lleve décadas muerta. Cuando la vida aprieta, siempre la llamamos, aunque sea en sueños.

¿Y la más peligrosa? Equidistancia. Ni chicha ni limoná. Ni carne ni pescado. El infierno está lleno de personas que la practican.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. Pero lo bueno que tenemos los escritores es que si alguien nos sobra, nos molesta o le tenemos manía, le liquidamos sin pestañear en nuestros libros. A golpe de pluma.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Las de la buena gestión. Las de la justicia. Las de saber aprovechar y distribuir los recursos con empatía y equidad. 

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Difícil pregunta. Quizás un jirón de niebla, que se cuela sin permiso. Que todo lo ve y todo lo toca y a todos sitios viaja.

¿Cuáles son sus vicios principales? Ay, solo voy a confesar el café...

¿Y sus virtudes? La tenacidad y la lealtad.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema

clásico, le pasarían por la cabeza? Dentro de ese esquema, que no creo que sea real, me acordaría de los momentos en que las personas más quiero entraron en mi vida. Con ese pensamiento, abandonaría sonriendo este mundo.

T. M.