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En el resto
de capítulos, surge el aspecto de la homenajeada –«Físicamente era muy
atractiva»–, su formación –«A Jane le gustaba la música, y tenía una voz muy
dulce, tanto al cantar como al hablar»–, sus lecturas predilectas –«La poesía
de [Walter] Scott le proporcionaba un gran placer»–, su cariño por los demás
–«Su amor por los niños y su maravilloso don para entretenerlos»– y su afán
perfeccionista a la hora de escribir «Juicio y sentimiento», «Orgullo y
prejuicio», «Mansfield Park», «Emma», «Persuasión» y «Los Watson». Austen-Leigh
comenta todas estas novelas, tan conocidas hoy, muestra cartas que la escritora
dirigió a su querida hermana Cassandra, habla de uno de sus admiradores, el
príncipe regente, y el conjunto ofrece una imagen encantadora de Jane Austen:
humilde, irónica y, al fin, resignada cuando la muerte se la llevó pronto, a
los cuarenta y un años.
Publicado en La Razón, 28-VI-2012