¿Otra novela sobre Auschwitz? La saturación editorial acerca de este
asunto es tan avasalladora que otra novedad causa desconfianza. Pero se avanza
en la lectura de “Los pájaros de Auschwitz” y, entonces, se olvida el consabido
Holocausto porque el Holocausto es nuevo aquí, pues todo tema es virgen si se
trata con talento y maestría. Arno Surminski consigue esta hazaña
discretamente, mediante la relación de dos seres retenidos en el campo de forma
diferente: uno, el alemán Grote, es un oficial nazi encargado de investigar la
avifauna de la zona; el otro, el polaco Marek, un estudiante de arte al que le
han dado la tarea de dibujar los pájaros analizados por su compañero.
Surminski tiene mucho oficio: sabe colocar las atrocidades pergeñadas en
Auschwitz o Birkenau como fondo, sin poner el acento en ellas para atraer al
lector con facilona morbosidad, sino apuntándolas mediante comentarios
introspectivos de Marek o referencias muy breves de crímenes o crematorios “a
pleno rendimiento”. Esta sobriedad hace aún más impactantes las escenas de las
horcas o los fusilamientos, o aquellas que reflejan que “todo lo muerto debía
quemarse”. Traducida por María Dolores Ábalos, la novela plantea un constante
dilema: la estima mezclada de odio por parte del estudiante hacia alguien que
no le ha hecho nada y que sólo se dedica a proteger a los pájaros; la
observación de estos allá en el cielo en contraste con los prisioneros
miserables a ras de tierra; la prohibición de disparar a las aves frente a las
balas que acaban con la vida de los presos. Música clásica y genocidio,
libertad y cárcel, pureza y xenofobia: Auschwitz.
Publicado en La Razón, 21-II-2013