domingo, 10 de marzo de 2013

Entrevista capotiana a Fernando San Basilio


En 1972, Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el escritor estadounidense se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Fernando San Basilio.

Si tuviera que vivir en un solo lugar sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Dentro de una canción de Simón y Garfunkel.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente. Al fin y al cabo, como decía Dersu Uzala: no disparéis, yo soy gente.
¿Es usted cruel?
Oh, para nada.
¿Tiene muchos amigos?
Demasiados (como suele decirse: en este antro dejan entrar a cualquiera).
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ninguna en especial, todos somos criaturas de Dios.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí, pero es mutuo.
¿Es usted una persona sincera?
Sinceramente: no.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Trabajando, no sé si me entiende.
¿Qué le da más miedo?
Me da miedo de repente convertirme en una de esas personas que van por la vida diciendo “tengo miedo al miedo” –ese tipo de chorradas– y que esa noche se acuestan pensando “miedo al miedo: chico, has vuelto a dar en el clavo”.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandaliza?
El precio del Actimel. Lo que vale cada litro de Actimel y no sólo las cápsulas. Aunque me doy cuenta de que si no fuese tan caro, el Actimel no funcionaría como producto y el consumidor no interiorizaría que aquello es caro-pero-verdaderamente-bueno, es decir caro-y-por-tanto-verdaderamente-bueno (y necesario).
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿Qué habría hecho?
¿Una vida creativa? Creo que no te acabo de entender, Truman. Una vida creativa la llevó Cristóbal Colón, pero no por escribir los diarios sino por descubrir América. ¿Qué tal descubridor de América?, ¿está vacante?
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino mucho, a veces dos o tres horas del tirón, pero el otro día en una resonancia magnética me objetivaron –sic– signos de tenosinovitis en los tendones flexores del cuarto dedo del pie derecho y, bueno, la vida no es siempre lo que uno había planeado.
¿Sabe cocinar?
No está bien que yo lo diga, pero sí.
Si el Reader´s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre “un personaje inolvidable”, ¿a quién elegiría?
Alguien con mucha vida interior, esa gente da mucho juego.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Son varias palabras pero una sola idea: Abono de transportes.
¿Y la más peligrosa?
Virtud. Además, ¡qué palabra tan fea!, ¿no?
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Ya, pero... ¿y si me cogen?
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
El bien está de mi lado y los que no piensan como yo son malas personas y persiguen oscuros objetivos o en el mejor de los casos están equivocados. En fin, ya sabe, más o menos como todo el mundo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cosa, quiero decir que me gustaría ser una cosa y no un ser, al menos por una temporada. Y dentro del campo de las cosas me gustaría ser una cosa profunda pero no tanto como para que mi vida fuera un infierno, por ejemplo un cuenco para la sopa. Dentro del campo de los cuencos para la sopa me gustaría ser el cuenco para la sopa de un aventurero en el cuerno de África porque vería mucho mundo y me pasarían muchas cosas pero, entonces, ¿por qué no ser directamente el aventurero? Porque al aventurero le pueden atravesar el pecho con una lanza o meterlo en una olla gigante que le llegue hasta las axilas mientras que al cuenco, ¿quién le haría nada al pobre cuenco? Igual lo convertían en un idolillo, en una figura totémica, y lo tenían todo el tiempo en un altar, rodeado de figuritas de colores y de diosas de la fertilidad: ¡la gran vida del cuenco para la sopa! También me gustaría ser una idea, o incluso una asociación de ideas, o un concepto, sobre todo un concepto que no entienda, el concepto en su imagen supra-lógica.
¿Cuáles son sus vicios principales?
¿Vicios yo?
¿Y sus virtudes?
¿Mis virtudes? Vaya, yo creí que esto iba a ser una entrevista breve...
Imagine que se está ahogando, ¿qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Si pudiera elegir –cosa improbable– elegiría el momento en que mi hija Candela abrió los ojos por primera vez y me miró. Sólo que yo no tengo ninguna hija –ni Candela ni nada– así que lo más probable es que viera a Clark Gable en el momento en que se dispone a abrir la puerta por dentro y a cerrarla por fuera, me refiero a cuando dice: “Francamente, querida, me importa un bledo”.
T. M.