Europa, 1913. Cualquier historiador podría documentar los acontecimientos
más importantes de aquel año, destacar a los protagonistas de su política,
artes o ciencias. Florian Illies, en cambio, ha decidido convertir lo grande y
conocido en pequeño y minoritario –si bien no menos importante–,
contextualizando las acciones y obras relevantes de ese periodo a partir de
localizar su concepción en un momento dado a lo largo de ese año, de enero a
diciembre. De tal modo que vemos, por ejemplo, cómo “en los primeros meses de
1913, por un breve tiempo, en Viena coincidieron Stalin, Hitler y Tito, los dos
mayores tiranos del siglo XX y uno de los peores dictadores”. Tres hombres que
no eran nadie –el primero estudiaba, el segundo pintaba acuarelas y el tercero
observaba coches–, y que serían demasiado.
He ahí el quid del libro: dónde estaban y qué hacían aquellos que iban a
marcar el futuro del continente. Con traducción de María José Díez y Paula
Aguiriano, “1913. Un año hace cien años” es una crónica de sociedad, de
hogares, de proyectos personales, y por ende de triunfos y fracasos, crueldades
y bondades. Con pasajes breves y concisos, Illies nos muestra a un Thomas Mann
rabioso por haber sufrido una mala crítica, a Kafka y Rilke escribiendo cartas,
a Freud discutiendo con Jung, a Proust acabando “Por el camino de Swann… Mil
anécdotas que conforman un collage que combina cuadros, libros y conciertos.
Aún es muy vívido el hundimiento del Titanic, el año anterior, y Spengler
prepara “La decadencia de Occidente”, dos referencias simbólicas de la
catástrofe que pronto llegará en forma de guerra.
Illies sigue la pista de esos personajes y de otros muchos: el Louis
Armstrong de doce años que dispara una pistola en enero debutará como
trompetista en septiembre; se sigue el proceso de busca de la robada “Mona
Lisa” hasta que reaparece en Florencia; Georg Trakl se droga en primavera,
odiándose porque está enamorado de su hermana… Pintores y escritores van y
vienen dentro de una elección temporal que no es fortuita por parte de Illies;
esos doce meses son el caldo de cultivo de un modo nuevo de ver la existencia:
“Así pues, el periodo de los extremos, el terrible y corto siglo XX, comenzó
una tarde de enero de 1913 en Viena”. Allí habrían coincidido los dos más
grandes psicópatas de la historia. En el año 13, el número por antonomasia de
las supersticiones.
Publicado
en La Razón, 6-VI-2013