En 1972, Truman Capote publicó un original texto que
venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama,
1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas
preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres,
ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana»,
con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Luis Rey.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Madrid, París, Roma…
¿Prefiere los animales a la
gente?
Solo a veces me gusta la gente. Pero los animales no me
gustan casi nunca, excepto los perros de mi hermano.
¿Es usted cruel?
¿Cruel después de la infancia? Se supone que eso nos lo
van quitando. No, no creo serlo ya.
¿Tiene muchos amigos?
Por supuesto que no, ¿por quién me toma? Eso sí, los
pocos que tengo son buenos.
¿Qué cualidades busca en
sus amigos?
La lealtad, la inteligencia y el humor.
¿Suelen decepcionarle sus
amigos?
Si son buenos, no. Pero por eso tengo pocos. Si tuviera
muchos sería un gran decepcionado.
¿Es usted una persona
sincera?
La educación muchas veces consiste en no ser sincero. En
temas literarios y estéticos, siempre he sido sincero, pero sin querer molestar
a nadie.
¿Cómo prefiere ocupar su
tiempo libre?
Leyendo, leyendo y a veces tomando copas con mi hermano
Jorge o mi amigo Joaquín.
¿Qué le da más miedo?
El dolor.
¿Qué le escandaliza, si es
que hay algo que le escandalice?
La corrupción, la falta de ideales puros.
Si no hubiera decidido ser
escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ni lo puedo imaginar. ¿Qué habría sido de mí? Si todo
hubiera ido bien, acaso sería notario.
¿Practica algún tipo de
ejercicio físico?
Caminar.
¿Sabe cocinar?
No.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre
«un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Arthur Rimbaud. O a Juan Ramón Jiménez.
¿Cuál es, en cualquier
idioma, la palabra más llena de esperanza?
Vida.
¿Y la más peligrosa?
Traición.
¿Alguna vez ha querido
matar a alguien?
No, cada uno ya tiene su muerte propia, como decía Rilke.
¿Cuáles son sus tendencias
políticas?
Soy militante del PSOE desde hace diez años, pero es por
pura ideología. No quiero servir a nadie ni deseo ningún cargo.
Si pudiera ser otra cosa,
¿qué le gustaría ser?
Bob Dylan.
¿Cuáles son sus vicios
principales?
Los libros y el tabaco; espero dejar lo último.
¿Y sus virtudes?
El entusiasmo, las ganas de crear y vivir.
Imagine que se está ahogando.
¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No me pasaría sino terror.
T. M.