Hace unos meses se publicó una de las mejores novelas que ha visto este
siglo: “Capital”, de John Lanchester, una amena historia de vidas cruzadas en
el Londres actual que captaba de modo formidable la coyuntura económica de los
últimos años. Un ejemplo de cómo un narrador ha de llevar a la escritura su
realidad inmediata. En la misma colección, ahora aparece un autor habitual,
infinitamente menos talentoso que Lanchester pero con mucho más pedigrí, el
Martin Amis al que la prensa y los colegas de generación han dedicado
parabienes, en Estados Unidos y Gran Bretaña, por esta obra muy mediocre que,
con el pretencioso y engañoso subtítulo “El estado de Inglaterra”, acaba de
traducir Jesús Zulaika.
Martin Amis ha querido retratar el Londres de hoy desde el relato
desenfadado y fijándose en cierto perfil social. En él, vemos cómo el quinceañero Desmond Pepperdine va cumpliendo años y se deja seducir por
su jovencísima abuela, Grace. El hijo de ésta, el tío Lionel, es un joven
delincuente obsesionado por descubrir con quién se acuesta su madre. Un enredo sin
enjundia que ocupa una cantidad ingente de páginas, hasta que la lotería y sus
millones de libras se cruzan en el destino del casi siempre encarcelado y nuevo
rico derrochador Lionel, que de joven decidió apellidarse Asbo, iniciales de
Anti-Social Behaviour Order (medida de 1998, dentro de la Ley del Delito y
Desorden, contra la conducta antisocial), un tipo que bebe y se droga sin parar
pero que parece inmune a cualquier sustancia tóxica.
El humor
pedestre y los personajes tan hiperbólicos que resultan inverosímiles no constituye
de por sí una sátira social válida. Lo vimos con la reciente “Bloody Miami”, de
Tom Wolfe. En el caso de Amis, como en tantos autores de estas edades, el sexo
tiene una presencia tan gratuita como continua: la pornografía y los
consultorios sexuales de la prensa, sobre todo, pero su dimensión se queda en
lo vulgar sin resultar cáustico, y se queda muy lejos de cómo usaba la sexualidad
su admirado amigo Saul Bellow. Por alguna extraña razón, Amis introduce sin
parar referencias a los periódicos londinenses “The Sun”, “The Telegraph”, “The
Guardian”, comparándolos con el sensacionalista “The Morning Lark”, del que es
asiduo lector Lionel; un detalle simplón y demasiado repetitivo para describir
el carácter del coprotagonista de esta novela con anhelo de divertir pero que
naufraga en su crítica social, tan efervescente como insustancial.
Publicado en La Razón, 16-I-2014