sábado, 29 de marzo de 2014

Entrevista capotiana a José Antonio Fernández Sánchez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Antonio Fernández Sánchez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi actual casa, más concretamente, mi habitación donde escribo.
¿Prefiere los animales a la gente?
Seguramente preferiría un híbrido con lo bueno de cada especie.
¿Es usted cruel?
No de forma consciente. Seguramente más conmigo mismo que con los demás.
¿Tiene muchos amigos?
Del Facebook, unos cuantos. De los de verdad, tres o cuatro. A mi hijo a veces le digo que un amigo, de verdad, es esa persona a la que no dudarías en donarle un riñón.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sea generoso conmigo, si algún día me hiciera falta un riñón.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Por la propia definición de la palabra, nunca.
¿Es usted una persona sincera? 
Conmigo sí. Hacia los demás bastante menos. Si la sinceridad puede causar daño, evito el daño.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Realizando cosas gratas. Contestando este cuestionario, por ejemplo.
¿Qué le da más miedo?
El futuro de mi hijo, lo único. Bueno, también, no saber aguantar el dolor físico o psíquico.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Muchísimas cosas. Casi todas relacionadas con la política. Que permitamos el hambre, el frío, las enfermedades evitables...
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No me considero escritor, aunque mi tiempo libre esté mayoritariamente ocupado en ese bucle diabólico de la lectura-escritura. Estoy seguro de que hubiera llevado una vida muy plena siendo violinista.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
He practicado muchos años el footing. Ahora esa práctica me daña, debido a algunas lesiones mal curadas. Ando siempre que puedo.
¿Sabe cocinar?
No. Pero en mi favor digo que me gusta comer.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Dios. Le haría unas preguntas sobre algunas cosas que no acabo de entender.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Tú.
¿Y la más peligrosa?
Yo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, pero creo que sí he querido que se muera.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Anarquista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Sencillamente tierra, aunque eso es solo cuestión de tiempo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El chocolate.
¿Y sus virtudes?
La tolerancia, aunque también la intolerancia hacia los intolerantes.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La verdad es que no lo sé. En ese preciso momento estaría muy ocupado.

T. M.