El
México que tan bien conoció Antonio Rivero Taravillo gracias a las pesquisas
que le llevaron a seguir las huellas de Luis Cernuda, y que dieron como
resultado la gran biografía que le dedicó al poeta sevillano, es, en este su
debut narrativo, el primer protagonista; el segundo, Octavio Paz, que inspira
la anécdota que desarrolla el libro; el tercero, el entramado político en torno
al anarquismo y comunismo en la Barcelona de los sindicatos. Todo empieza con
una profesora española, Encarnación, ávida por conocer el destino de su padre
desaparecido, Juan Bosch, que en 1937 pidió ayuda a Paz y a su mujer, Elena
Garro, cuando éstos acudieron al Palau de la Música Catalana y él leyó un poema
sobre quien pensaba, equivocadamente, que había muerto en el frente de Aragón:
el propio Bosch.
Esta
confusión, que detalló Paz en sus obras completas, abre la caja de pandora de
una novela que nos traslada al periodo en que el premio Nobel 1990 estaba ya
muy enfermo, en 1998; algo esquemática al comienzo o tendente a lo sentimental
derivado del perfil de la protagonista, la obra madura enseguida y se centra
con admirable intensidad en el misterio de quién fue Bosch y en lo que le pudo
pasar, hasta que Rivero Taravillo coloca con sabiduría al lector en el ojo del
huracán: en las calles barcelonesas en las que el mexicano y expulsado de su
país –por ser hijo de catalanes– Bosch siente el pánico de que, como miembro
del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), sea atrapado por los
comunistas y acaben con él; todo en un clima opresivo en el que se asoman
personajes reales como George Orwell.
Publicado en LaRazón, 27-III-2014