En 1972, Truman Capote publicó un original
texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló
«Autorretrato» (en Los perros
ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con
astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus
frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman
la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de
la vida, de Daniel Heredia.
Si tuviera
que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La mansión de Hugh Hefner en California, aunque solo si
me puede llevar la biblioteca completa de Luis Alberto de Cuenca.
¿Prefiere
los animales a la gente?
No, claro que no. Aunque en algunas ocasiones cueste
encontrar las diferencias entre ambos.
¿Es
usted cruel?
Creo que no. Al
menos no lo soy de manera consciente.
¿Tiene
muchos amigos?
Afortunadamente
puedo decir que existe mucha gente que me quiere.
¿Qué
cualidades busca en sus amigos?
Los amigos son
tesoros, y los tesoros tienen todas las cualidades inimaginables. Además, como
decía Pío Baroja, los amigos son como los libros, no siempre es mejor el que
más nos gusta.
¿Suelen
decepcionarle sus amigos?
Un par de amigas me
han decepcionado mucho últimamente. Aunque me sirvió para darme cuenta que no
eran verdaderas amigas.
¿Es
usted una persona sincera?
Sí, o al menos todo lo sincero que se puede ser sin dejar
de ser un caballero. Tenga en cuenta que vivo en España.
¿Cómo
prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, viendo
películas o series de televisión en casa, yendo al cine, escuchando música y la
radio, ordenando mi biblioteca, buscando libros, paseando, quedando con los
amigos, viendo partidos del Barcelona, viajando... Todo muy normalito. Y me
gustaría pasar menos tiempo delante del ordenador.
¿Qué
le da más miedo?
La mediocridad, la
incultura y la falta de respeto y educación. Ahora son voluntarias e
imperdonables. Y me produce mucho miedo también el futuro negro que nos están
dejando gracias a los políticos, los
banqueros y los empresarios sin alma. Se han construido un mundo sólo para ellos.
¿Qué
le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Imagino que lo mismo
que a millones de personas. Ponga los informativos y me entenderá.
Si
no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me gusta pensar que librero o librero de viejo.
¿Practica
algún tipo de ejercicio físico?
Ahora no, pero fui jugador y árbitro de baloncesto
durante muchos años. Al menos ahora camino mucho. Me encanta pasear en buena
compañía.
¿Sabe
cocinar?
Digamos que me
defiendo. Mis lentejas son exquisitas.
Si
el Reader’s Digest le
encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a
quién elegiría?
Dudaría entre Arturo
Pérez-Reverte, Pep Guardiola y Woody Allen.
¿Cuál
es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Hoy, amor, alegría...
Cualquiera que haga fluir la vida.
¿Y
la más peligrosa?
Odio, totalitarismo, intolerancia, guerra...
¿Alguna
vez ha querido matar a alguien?
Todos lo hemos
pensado en alguna ocasión, ¿no cree? Ahora me viene a la cabeza un ex jefe bastante
mediocre, muuuchos políticos y las personas maleducadas. Alguno más habrá,
seguro.
¿Cuáles
son sus tendencias políticas?
Nunca me interesó la
política. Todos decepcionan, sin excepción. Y creo que los tiempos actuales me
dan la razón.
Si
pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Multimillonario, para vivir alejado de esta sociedad que
cada día me gusta menos.
¿Cuáles
son sus vicios principales?
Confesables, los
libros y las gominolas.
¿Y
sus virtudes?
No soy yo quien
tiene que responder a esta pregunta.
Imagine
que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían
por la cabeza?
Los días vividos en
la mansión de Hugh Hefner.
Sobre todo por la biblioteca de Luis Alberto de Cuenca.
T.
M.