lunes, 7 de julio de 2014

Conclusiones baloncentísticas 2013-2014: 2, ACB y Euroliga

Tener el mejor equipo, conseguir los mejores resultados de la temporada regular, es algo intrascendente cuando llega la hora de la verdad y te enfrentas al deseo o al miedo de ganar. El Real Madrid, con un conjunto equilibrado, con el baloncentista más prometedor del mundo fuera de la NBA, Mirotic, con un Sergio Rodríguez en perpetua explosión de efectividad y fantasía, y además saliendo desde el banquillo, con un Rudy Fernández en la cúspide, un Sergi Llull fenomenal…, con todo eso, y unas estadísticas colectivas imposibles de mejorar por parte de ningún otro equipo europeo, ha acabado el curso 13-14 con más decepciones que alegrías. El triunfo en la Copa del Rey se debió a un tiro milagroso de Llull en la última décima de segundo, frente a un Barça de peor trayectoria pero más progresivamente consistente; la derrota en la prórroga contra el débil pero voluntarioso Macabbi de Tel-Aviv, que ya tuvo la proeza de ganar en las semifinales de la Final Four al CSKA, fulminó todas las expectativas, y fue triste ver cómo en los últimos minutos de partido ningún jugador era capaz de anotar con mínima fluidez; el derrumbe en las eliminatorias de la ACB, pasándolas canutas contra el Unicaja de Málaga y perdiendo 3-1, sin aprovecharse de empezar la final en casa, contra un Barcelona que jugó con mucho más coraje y determinación, dejaron al Madrid con un muy mal sabor de boca. No solo la calidad y el talento llevan al triunfo. Y cuando se ha llegado tan alto y la expectativa se ha mantenido arriba muchos meses, la derrota es una caída difícil de digerir. De nada sirve que Pablo Laso sacara conclusiones positivas de la temporada en la rueda de prensa tras la magnífica actuación de los hombres de Xavi Pascual; él, sus jugadores y los que hemos seguido al equipo, disfrutando de su juego ofensivo y eléctrico, sabemos que tenía que haber ganado las tres competiciones con solvencia, que lo tenían todo para hacerlo, y que otros equipos, con peor plantilla pero con un deseo mayúsculo y una fe inquebrantable, han acabado alcanzando sus títulos.