En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, del P. Carlos Juliá Braun.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Castelórizo.
Es esa isla diminuta del Dodecaneso que se encuentra frente a la costa turca;
la isla griega más oriental. En ella se encuentra la Cueva Azul, seguramente la
caverna más hermosa del mundo.
¿Prefiere los animales a la gente?
No puedes tener
animales en un barco. No sé si es una respuesta.
¿Es usted cruel?
Se lo está
preguntando a un poeta satírico… Solo cuando me provocan lo suficiente, que es
con demasiada frecuencia (el Señor me perdone).
¿Tiene muchos amigos?
Prefiero tener
amigas; pero, entiéndame, solo a efectos de mi vocación pastoral.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que inviten a metaxá
con prodigalidad o, en su defecto, se dejen invitar.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
La capacidad de
decepcionar del hombre es infinita y consustancial a su naturaleza; si no fuera
por eso, ¿de qué escribiríamos los poetas satíricos? ¿A quién convertiríamos los
cristianos?
¿Es usted una persona sincera?
En esa precisa
cuestión fundamental se basa enteramente mi trayectoria como pastor de almas.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Navegando y orando.
¿Qué le da más miedo?
Perder la
razón. Pero, como el Señor está de mi parte, suelo tenerla casi siempre.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Hace mucho que no
veo la televisión.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
En
realidad no soy escritor: soy un marino con cierta predisposición a la prédica
piadosa y a la sátira como ejercicio verbal, lo cual me convierte en escritor
como efecto colateral, y en protodiácono greco-melquita en un complejo nudista
solo gracias a la enorme generosidad de mi amigo el M. I. y Rvdmo. archimandrita
padre Arkadios González y a un diploma que le había comprado online a la Universal Life Church
(Modesto, California). Además, como hay que ganar dinero para mantener los
aparejos del barco, también soy calafate, como mi padre; y, para malgastarlo,
en los ratos libres abro una galería de arte. Pero, en definitiva, creo que nada
de lo que hago me determina tanto como mi actividad de piloto de barco ni
querría ser otra cosa.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
La
navegación es algo ciertamente físico, aunque no dude que tiene una vertiente
espiritual. En cuanto a la prédica del Evangelio, el archimandrita Arkadios
podrá atestiguar que a veces me ha costado espesos sudores.
¿Sabe cocinar?
Soy perfectamente
capaz de abrir latas de conservas sin sufrir un solo rasguño; y preparar
cócteles es parte de mi programa pastoral de los últimos veranos, en que
colaboro con el archimandrita Arkadios en su comunidad en Creta.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Cecilia Giménez.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Promesa.
¿Y la más peligrosa?
¿Y la más peligrosa?
Compromiso.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
En algún período sórdido
de mi vida, haber tenido a mano un objeto contundente habría sido fatal.
Afortunadamente, el Señor los alejó de mi alcance.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Tengo tendencia a no
votar a los que, habiendo gobernado, han demostrado ya que no nos representan.
Por hablar del ejemplo español, me refiero a partidos integrados indisolublemente
en redes de corrupción; a políticos enrocados en sus privilegios de casta: PP,
PSOE, IU o los nacionalistas. Mire que aquí me he puesto serio.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Miembro
del equipo de George Clooney en Ocean’s Eleven.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La pereza.
¿Y sus virtudes?
Un magnífico
bronceado.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Desgraciadamente, no
necesito imaginármelo: en cierta ocasión, hará unos veinticinco años, singlando
por el estrecho de Mesina, estuve a punto de ser engullido por el espíritu de
Caribdis. Fue el primer barco que perdí, pero durante unos minutos pensé que no
iba a ser eso lo peor que perdiera. Usted va a pensar que bromeo cuando se lo
cuente, pero nada de lo que he dicho en esta entrevista ha sido más en serio…
En esos instantes dramáticos se me vino a las mientes aquella secuencia de Atrapa a un ladrón en la que Cary Grant
besa a Grace Kelly mientras esta lo tienta con su gargantilla de falsos
diamantes e iluminan el cielo los fuegos artificiales. Aquellos fotogramas de
un 1955 que se nos antoja castísimo, casi antediluviano, convirtieron a muchos
de los que vimos aquella película de Hitchcock –incluso a los que ya la vimos
en épocas mucho más liberales– en sátiros admiradores de una mujer sobrenatural
a la que no había en el mundo corona de princesa que hiciese justicia. Quizá no
se lo crea, pero ese cuello, esa piel blanca, ese rostro de ángel y ese beso fueron
lo que pasó ante mis ojos cuando estuve a punto de morir ahogado. Que Dios, en
su infinita misericordia, perdone mis pecados.
T. M.