sábado, 6 de diciembre de 2014

Entrevista capotiana a Antonio Mayor

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Mayor.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En una burbuja submarina.
¿Prefiere los animales a la gente?
¿Es que la gente no son animales?
¿Es usted cruel?
No. Odio a los (y más a las) crueles (y acepto la posible acusación de discriminación positiva).
¿Tiene muchos amigos?
Pocos pero antiguos (aunque a algunos los haya conocido hace poco).
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La inteligencia, la sinceridad, y el atractivo personal. Que tengan algo que contar.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, no suelen. De algunos, aunque lejanos en el espacio y el tiempo, estoy seguro de que guardan la prístina amistad de la adolescencia.
¿Es usted una persona sincera? 
Creo que sí en lo esencial. Pero considero aceptable la mentira cuando tiene buena intención social. No siempre se puede ser sincero si se quieren salvar algunas cosas. A veces para seducir es necesario exagerar. Creo que la política utiliza esta licencia.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leo, escribo, pinto; por este orden. Pero rompo esta rutina con los viajes y muy de tarde en tarde con los encuentros sociales, sean estos reales o virtuales en la red.
¿Qué le da más miedo?
La enfermedad. No la muerte.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La injusticia; las desigualdades sociales, el sufrimiento, especialmente el de los niños.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Yo no me veo como escritor sino como  persona curiosa en busca de los enigmas de la vida, la belleza, la verdad, el hombre, la materia cósmica; y como un ser que trata de dar respuesta a esas preguntas de una manera creativa, bien escribiendo, bien pintando, o hablando con amigos. Carpintero hubiera sido una buena alternativa; el seguir las vetas de la madera da tiempo a meditar. Quizá también me hubiera gustado vivir como un monje contemplativo (carpintero o relojero).
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
He jugado al tenis y he hecho algo de atletismo pero ahora solo camino. Camino preferiblemente por los bosques donde encuentro raíces, las raíces de mi poesía. Y nado, preferiblemente en el mar.
¿Sabe cocinar?
No, mi madre me dio un escobazo cuando de niño asomé el hocico por la cocina; quería que fuera médico. (Al final he sido, por complacerla un poco, doctor pero no médico).
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? 
A alguien cercano, humilde y desgraciado, quizá ya desaparecido en circunstancias trágicas.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Paz (con armonía).
¿Y la más peligrosa?
Un sintagma que incluya nación, religión, radicalismo, populismo. Las palabras por sí solas no tienen ningún peligro, el peligro es jugar con ellas con afán demagógico.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Pero sólo durante breves instantes.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las que mejor aúnen en coherencia la democracia y la igualdad con la libertad, si es que pueden ser combinadas sin daños colaterales.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Algo que pudiera volar.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Ya no tengo pero antes, las mujeres. Una mujer es un vicio insuperable.
¿Y sus virtudes?
No he tenido muchas, pero ahora la paciencia y la tolerancia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La niñez, el descubrimiento del sexo, el descubrimiento de un país lejano. Y todo ello en un coro en el que cantaran todos mis seres queridos.

T. M.