sábado, 27 de diciembre de 2014

Entrevista capotiana a María José Codes

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de María José Codes.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La sola pregunta me produce claustrofobia. Pero supongo que podría vivir en cualquier ciudad donde hubiese un buen teatro de la ópera. Se da por sentado que también tendría entonces cines, museos y galerías de arte. Todo esto me es casi imprescindible.
¿Prefiere los animales a la gente?
En absoluto. Aunque tengo todo tipo de mascotas, en plural: gatos, perros, peces…
¿Es usted cruel?
Ni siquiera con las personas crueles, con quienes soy, eso sí, implacable.
¿Tiene muchos amigos?
Si más de tres es “muchos”, sí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Mis amigos suelen ser cultos y fieles. Y la mayoría, generosos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Muchas decepciones son en realidad malentendidos. Yo prefiero hablarlo todo.
¿Es usted una persona sincera? 
Siempre que me es posible, en ocasiones la sinceridad no es protocolaria.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
A veces hago paréntesis en el trabajo para ver alguna película o para leer lo que quiero (leo mucho por obligación). Ver exposiciones, ir a conciertos o al teatro son actividades que planifico más con amigos.
¿Qué le da más miedo?
Lo que queda por venir.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La violencia, en todas sus manifestaciones explícitas e implícitas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Continuar con alguno de mis anteriores trabajos, supongo. He sido profesora de español y de historia, he trabajado en una galería de arte, en empresas de formación... Me gusta el trabajo en equipo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino a diario. A veces voy a nadar.
¿Sabe cocinar?
Tengo intuición para la cocina, pero siempre encuentro alguna prioridad para no pasar mucho tiempo cocinando. Aprecio la comida sencilla a diario, aunque me encantan los restaurantes indios y la comida asiática para celebraciones.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Seguramente a una escritora.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Mañana.
¿Y la más peligrosa?
Yo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, pero he practicado la venganza a discreción.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las mismas que cuando era estudiante, pero menos radicales.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Entiendo que esta es una pregunta-ficción. Me gustaría ser viajera del tiempo. Vivir en el París de Picasso o en la Atenas de Pericles, ser vecina de Virginia Woolf en el barrio de Bloomsbury… Si nos movemos en ficciones más realistas, me hubiese gustado ser astrofísica, además de escritora, claro.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Hoy por hoy me mantengo alejada de los vicios, pero todos me tientan.
¿Y sus virtudes?
Las normales.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Esas imágenes solo pasan en el umbral mismo de la muerte. Yo me resistiría a ese momento, rara vez lo doy todo por perdido, creo en las últimas posibilidades.

T. M.