El quinto
libro que la editorial Reino de Cordelia consagra a John Galsworthy culmina lo mejor y más
extenso de su entrega literaria, tanto con respecto a sus inicios –salvo su
debut en 1899 con una obra firmada con seudónimo– como a su madurez narrativa.
Es la llamada saga de los Forsyte, que comprende los años 1906-1921, reunida en
este volumen traducido por Susana Carral y que se abre con un profuso árbol
genealógico de la familia, que encabeza el patriarca Jolyon Forsyte, agricultor
de Dorset muerto en 1812, y acaba con la generación que nace a finales del
siglo XIX y que vivirá la sociedad victoriana y la Gran Guerra. La serie quedó
inaugurada con “El propietario”, un título que no es en
absoluto gratuito, pues Galsworthy habla en el prólogo de su crónica familiar
haciendo hincapié en cómo la alta burguesía en estas páginas “descansa,
conservada en su propio juego: el sentido de la propiedad”.
A la obra citada le seguirán “En los tribunales” y “Se alquila”, hasta
constituir una trilogía que también cuenta con dos relatos a modo de
entreactos: “El veranillo de San Martín de un Forsyte” y “Despertar”. En suma,
setenta años de relaciones entre abuelos, padres e hijos en las que el dinero,
el afán de posesión como símbolo de poder, el individualismo como rey absoluto
del Londres acaudalado configura todo un fresco, realmente imponente, que
presenta una paradoja: los triunfadores miembros del clan no pueden tomarse el
lujo de ser sentimentales, pero serán los elementos ajenos al materialismo,
como la intolerancia, la falta de amor, la soledad, lo que les irá separando;
empezando con el abogado Soames Forsyte y su miedo a perder a su joven esposa, y acabando
con aquellos que buscan fortuna en América o han de fugarse para poder casarse;
todo lo cual tendrá continuidad en la segunda trilogía de los Forsyte,
publicada por la misma editorial estos últimos años.
Publicado en La Razón, 31-XII-2014