viernes, 8 de mayo de 2015

Entrevista capotiana a Paula Izquierdo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Paula Izquierdo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin duda el útero materno, cuando no se tiene conciencia del ser y de su finitud.
¿Prefiere los animales a la gente?
Jamás. Una vez aceptado que me gustaría no haber nacido, ahora que vivo necesito comunicarme, primero fue a través de la danza clásica y contemporánea y ahora a través de mis libros y escritos en general. El mundo está lleno de “perros” maravillosos.
¿Es usted cruel?
Es posible, sobre todo más que cruel soy exigente, muy exigente conmigo misma, algo que inevitablemente repercute en mi percepción del “otro”.
¿Tiene muchos amigos? 
Lo procuro, pero el día a día, sobre todo para un escritor, no resulta fácil relacionarse. Nosotros no tenemos un horario. Somos escritores a todas horas y eso a veces te aísla.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que me entiendan.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No suelen, pero sí he sufrido grandes decepciones, más de mujeres que de hombres.
¿Es usted una persona sincera? 
No, claro, como digo somos escritores a todas horas, quién puede decir que quien contesta esto es Paula Izquierdo o la protagonista de mi novela “El hueco de tu cuerpo”, que era una fotógrafa sensible y por tanto indecisa.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
¿Qué es eso del tiempo libre? Bueno, creo recordar que como más me gusta es frente al mar, con un gintonic y con un buen amante.
¿Qué le da más miedo?
Perder la cabeza.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La mentira.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No conozco otra forma de estar en el mundo, en realidad existo para crear, sin ello, mi vida no tendría sentido.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Bueno, como digo desde los 3 años a los 18 fui bailarina de ballet clásico y contemporáneo, pasé los siete cursos del conservatorio por lo que tengo el titulo de profesional de la danza y de profesora. A partir de dejar el ballet porque me constreñía en exceso, decidí hacer psicóloga, finalmente desembarque algo tardíamente en otra forma de expresión o de comunicación que es el lenguaje, todo un arte.
¿Sabe cocinar?
Si tengo para quien sí, y muy bien, según dicen.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Comprendo que estoy imbuida por la escritura de mi última novela recién acabada, es decir, por la princesa de Éboli. Pero, hay tantos, siempre elegiría a alguien que hubiera hecho algo inmenso por la humanidad pero en silencio.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Lo siento, Je regrette.
¿Y la más peligrosa?
El celo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
A mí misma.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Menudo momento, yo empecé votando a Tierno Galvan
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me gustaría ser una magnolia el palacio del cielo del emperador Ming.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Creo que los poseo todos, pero no los llevo a cabo a la vez, cuando fumo, no escribo, cuando bebo no fumo, y cuando hago el amor ni bebo ni fumo en plena cópula.
¿Y sus virtudes?
Soy generosa y me gusta que la gente se sienta bien conmigo, aunque a veces, he de reconocer que no resulta fácil.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El caso es que lo he vivido, y mientras me ahogaba veía a mis hijos en el embarcadero llamándome. Hasta que me quitaron las botellas de oxígeno de la espalda y el cinturón de plomos. Y pude salir a flote.

T. M.