domingo, 5 de julio de 2015

Entrevista capotiana a Jordi Llobregat


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jordi Llobregat.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Si tuviera que elegir una ciudad, me encantaría Venecia, una vida es poco para conocerla realmente a fondo. Si por el contrario pudiera ser un espacio natural, elegiría las montañas Rocosas, miles de kilómetros para andar con una mochila al hombro. Y si fuera un lugar imaginado, la isla de Nunca Jamás, ya que estamos, divirtámonos.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende para qué. Pero como yo también lo soy, prefiero a la gente, aunque en algunas ocasiones me entren dudas.
¿Es usted cruel?
Para nada. La crueldad siempre es innecesaria.
¿Tiene muchos amigos?
Bastantes. Aunque buenos, realmente buenos, un puñado.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que estén cuando se les necesita, que sepan compartir la vida con alegría e ilusión y que sean auténticos. Ya ves, no soy exigente.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Aquellos que se llaman mis amigos, no. De todos modos, la decepción puede surgir de una percepción equivocada de lo que nosotros esperamos, con lo que hay que considerar que resulta injusta muchas veces.
¿Es usted una persona sincera? 
Suelo serlo, a mi pesar, excepto cuando escribo, que soy un mentiroso compulsivo. Dicho lo cual, puedo haber mentido en la respuesta.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo un libro, caminando por la montaña, viajando a otro país, riendo con mi hija, conversando con mi pareja, comiendo con amigos... o simplemente, perdiendo el tiempo.
¿Qué le da más miedo?
Que a mi hija le suceda cualquier cosa.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La pérdida de oportunidad que ha constituido el despilfarro de estos últimos años. Hemos malgastado una cantidad indecente de dinero que podría haber servido para colegios, hospitales, mejores infraestructuras de comunicación, servicios sociales, mayor cultura... Este país sería ahora diferente.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera encantado ser guía de montaña, vivir en una cabaña en medio de un valle rodeado de árboles, un río y centenares de libros.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Siempre que puedo, que no es todo lo que quisiera, voy a clases de Pilates y al gimnasio a correr un poco. Luego recupero todas las calorías con los bocatas de calamares y mayonesa del bar de al lado.
¿Sabe cocinar?
Me defiendo aceptablemente. Me encanta arriesgar cuando cocino, algo que en ocasiones provoca una llamada urgente al restaurante de comida para llevar más cercano.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Uf. Hay muchos. Si hoy tuviera que elegir, me gustaría escribir sobre Clara Campoamor, una mujer increíble.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Hola. Con ella empieza todo.
¿Y la más peligrosa?
Ignorancia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Figurativamente, casi cada día. Debo ser el asesino en serie más incapaz, por suerte.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Aspiro a que todo el mundo disfrute de una vida digna y feliz con la cultura y el conocimiento como base del desarrollo. Me adscribo a la tendencia política que luche de verdad por ello.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Umm. Es una pregunta que abre tantas posibilidades… Quizás escritor de guías de viajes, así tendría la excusa perfecta para viajar sin parar y seguiría escribiendo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Comer demasiado. Hablar demasiado. Beber Fanta naranja, demasiado.
¿Y sus virtudes?
Me río mucho. Si hay alguna otra, la desconozco.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Me preguntaría: ¿dónde narices está el socorrista?

T. M.