Cuenta un
argentino llegado a Madrid en 1917, Valentín de Pedro, en su libro «España
Renaciente. Opiniones. Hombres. Ciudades. Paisajes», que en la capital española
«es difícil escapar a la sugestión de estos largos y mullidos asientos
afelpados. No hay nada tan terriblemente tentador para la costumbre como este
ruido de tazas y cucharillas». Lo cita nuestro gran experto en estas lides, Antonio
Bonet Correa, en el libro «Los cafés históricos» (2012), donde analiza estas verdaderas
instituciones sociales; en verdad, una prolongación, por seguir citando a aquel
visitante sudamericano que reseñó sus visitas a cafeterías madrileñas y
barcelonesas, del propio hogar. El café Comercial, como tantos otros de la
Villa y Corte, sobre todo en los meses más fríos, constituía, como refleja el cuento
de Stefan Zweig «Mendel, el de los libros», un sitio donde pasar tardes
enteras, hacer vida vecinal e incluso política y cultural.
Pero,
desafortunadamente, según Bonet Correa, no existe en España la tradición de
conservar este tipo de locales. Los cafés por los que pasó buena parte de nuestra
intelectualidad y clase artística desaparecen sin remisión: por no salir de Madrid,
los legendarios Pombo, Varela y Teide; ahora, el Comercial, el más antiguo de
la ciudad, adonde iban «los jóvenes barbudos de ideas existencialistas durante
la posguerra». Estos, más diversas generaciones anteriores y posteriores de
poetas, pensadores, narradores, se han sentado a percibir el ruido de las
cucharillas y las tazas, encontrando un hogar para escribir, un plató para
rodar una película o un metro cuadrado donde interpretar una canción. Desde los
hermanos Machado —el café tenía un Rincón de don Antonio— hasta los novelistas y
cineastas actuales más exitosos han pasado por el Comercial. Y ya no importa si
hubo un cliente llamado Pérez Galdós ayer, o Pedro Almodóvar hoy; es el
ciudadano anónimo, aquel habitual que mañana verá cerrada su puerta, el triste protagonista
de un desenlace indeseado que acalla toda una manera de ver, de sentir, de oler
los granos del tiempo.
Publicado en La Razón (edición Madrid), 28-VII-2015,
con la noticia “El Café más antiguo dice adiós por Facebook”