El 15 de septiembre se celebra el 125º aniversario del nacimiento de Agatha Christie. Se reeditan cinco de sus novelas más importantes al hilo de otros actos sobre la autora más vendida de la historia.
Foto: Londres hace dos años
Agatha Christie
“Diez negritos”, “Asesinato en el Orient Express”, “Muerte en el Nilo”, “El asesinato de Roger Ackroyd” y “Un cadáver en la biblioteca”, Espasa Calpe, 14,90 euros
“Diez negritos”, “Asesinato en el Orient Express”, “Muerte en el Nilo”, “El asesinato de Roger Ackroyd” y “Un cadáver en la biblioteca”, Espasa Calpe, 14,90 euros
Hace doce años ya, el por entonces joven sello editorial Debolsillo acometía un estimable proyecto: lanzar la Biblioteca Aghata Christie, la obra completa de la autora británica en ediciones en rústica. Se trató de cuarenta volúmenes, cada uno de los cuales incluía dos o tres novelas, y que ponía la prolífica carrera literaria de la «reina del crimen» al alcance de la mano. Era la respuesta a la actualidad permanente de la novelista, traducida a docenas de idiomas en todo el mundo y con un cantidad desorbitada de millones de ejemplares vendidos, más si cabe cuando el cine, la televisión y el teatro –“La ratonera” celebró hace años las veinticinco mil funciones, desde su estreno en 1952– han divulgado sus tramas detectivescas, sus crímenes misteriosos y la habilidad de Hércules Poirot o la señorita Marple para encontrar siempre al culpable de los crímenes más complejos.
Ahora, otra editorial,
Espasa Calpe, coincidiendo con los ciento veinticinco años transcurridos desde
que Christie naciera en Torquay, en la costa sur inglesa, en el condado de
Devon, el 15 de septiembre de 1890, reedita cinco de sus novelas más conocidas: “Diez negritos” (su historia más vendida,
se calcula que cien millones de ejemplares; de ella la BBC estrenará este otoño
una nueva adaptación), “Asesinato en el Orient Express” (célebre también
gracias a la gran película de Sidney Lumet de 1974, con una pléyade excelsa de
actores), “Muerte en el Nilo” (con Peter Ustinov como Poirot en la gran
pantalla), “El asesinato de Roger Ackroyd” (el primer gran éxito de Christie,
en 1926) y “Un cadáver en la biblioteca” (en esta ocasión con Miss Marple). Un
puñado de historias dentro de una nómina literaria impresionante: sesenta y
seis novelas, una autobiografía, seis libros con el seudónimo “Mary
Westmacott”, una crónica de un viaje a Siria, dos libros de poesía, otro de
poemas y cuentos infantiles, una docena de obras de misterio para el teatro y
la radio, y unos ciento cincuenta relatos.
Hallazgo de escritos nuevos
A todo ello se
le han ido añadiendo verdaderos hallazgos imprevistos, como el reciente “El
gran tour” (editorial Confluencias), volumen prologado por el nieto de la
escritora, Mathew Pritchard, y que refleja el viaje de diez meses alrededor del
mundo que la escritora hizo en 1922 con su primer marido, quien tenía el
encargo de una misión comercial para promover el Imperio británico. Así, se
recogían en el libro, ilustrado además por fotos, postales originales y
recortes de periódicos, las cartas que semanalmente Christie enviaba a su madre
y en las que le contaba mil y un detalles de los sitios tan exóticos con los
que se iba topando: África del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Hawái, Canadá... Ocasión
esta para conocer aspectos de la vida de la escritora en verdad curiosos, como
su afición por el surf, desde que disfrutara
de un mes de vacaciones en Honolulu, viajando por las Fiji y otras islas. Un
deporte que encontró sencillo y divertido pese a que las primeras experiencias
fueran peligrosas por el mal estado del mar, el sol le abrasase la piel y sufriera
una neuritis en el hombro que no la dejaba ni dormir.
Escritos inesperados, pues, que aparecen al calor de
lectores nuevos, dado que cada generación ha seguido leyendo las entretenidas
tramas de una autora que hasta resucitó hace escasas fechas, por así decirlo,
gracias a la novela de Sophie Hannah “Los crímenes del monograma” (Espasa Calpe). Esta autora especialista
en “thrillers” psicológicos de éxito internacional, en efecto, sería la elegida
para retomar el personaje de Poirot, que había muerto en la novela «Telón»
–poco después moría Christie, en 1976– y escribir una secuela del detective
belga más refinado y perspicaz, conocido por su cuidado bigote y sus modos tan
exquisitos como contundentes. El resultado, excelente, ofrecía una trama que
verdaderamente podría haber firmado la propia Christie, dada la calidad narrativa
de esa autora de Manchester, y la fidelidad a los patrones argumentales y
características que el buen lector conoce propios de Poirot; de tal modo que
presentaba un enorme caudal de enigmas en cada capítulo, en torno a los cuales
se incorporaban más y más personajes –todos inocentes, todos sospechosos– hasta
que, mediante un ritmo frenético de disquisiciones que enganchaban al lector de
principio a fin, aparecía el sorprendente culpable.
Cóctel de drama y fama
Poirot había surgido en una novela que muestra a una víctima envenenada,
«El misterioso caso de Styles». La escribe la que ya ha dejado de ser Agatha
Mary Clarissa Miller, su nombre de soltera, para pasar a llamarse Agatha
Christie tras casarse en 1915 con el piloto de aviación Archibald Christie; él
combate en la Gran Guerra y ella trabaja como enfermera voluntaria en la
farmacia de un hospital. Unos inicios difíciles que eran la continuación de
otros también poco afortunados. La autora pierde a su padre, con once años, en
1901, pero el declive económico que acompaña la tragedia tendrá una curiosa
solución: ella y su madre alquilan la casa en invierno y pasan ese tiempo en
Egipto, con lo que pueden ahorrar dinero y retomar su vida social a la vuelta. Agatha
escribe y escribe, sufre varios rechazos editoriales y se dice que casi está a
punto de olvidarse de su vocación, sobre todo al acabar la guerra, cuando debe
cuidar de su madre y ya ha nacido su hija Rosalind. Pero entonces, en 1920,
encuentra una editorial que confía en sus relatos e incluso recurre a los servicios
de un agente literario, Edmond Cork, al que será fiel toda la vida.
La fama que le reporta «El asesinato de Roger Ackroyd» queda empañada por
un drama personal, sin embargo: la madre fallece y el marido la engaña con su
secretaria. El divorcio es inevitable, al cabo de dos años, y persiste a solas
en escribir, ahora bajo seudónimo obras de trasfondo sentimental, al tiempo que
realiza adaptaciones teatrales de sus relatos y materializa su deseo de ir a
Oriente. Será en pleno viaje que conocerá a Max Mallowan, un arqueólogo quince
años menor que ella y con el que contrae matrimonio en 1930. Es la época de la
génesis, en «Muerte en la vicaría», de la solterona Miss Marple, así como de las
novelas que precisamente ahora relanza Espasa Calpe, llevadas al cine con
relativo agrado para la autora, que sólo aprobó de verdad la versión de Billy
Wilder de «Testigo de cargo».
Por desgracia,
la felicidad dura poco. Como antaño, en una nueva casa la Segunda Guerra Mundial
la separa de su marido, y vuelve a otra farmacia militar sin dejar no obstante
de escribir. Se suceden «Un cadáver en la biblioteca», «Cianuro espumoso»,
«Sangre en la piscina»... Ya convertida en toda una leyenda, un icono de la
literatura popular en todo el mundo, en 1971 es condecorada por el Imperio
Británico. Una vida apasionante que podrá conocer quien se haya acercado a
Londres estos días, donde se exhibe, en la Bankside Gallery y con el título de “Agatha Christie: Unfinished Portrait”, una serie de fotos inéditas de la
colección privada de Christie; lo cual se completa con el International Agatha
Christie Festival, en Torquay, donde se llevarán a cabo obras
de teatro, conferencias, talleres de escritura o incluso demostraciones
culinarias en torno al legado de una autora que acaba de cumplir ciento veinticinco
años de vida.
Publicado en La Razón, 13-IX-2015