miércoles, 20 de julio de 2016

Entrevista capotiana a Eduardo Gruber

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eduardo Gruber.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La isla de Robinson, sin Viernes y con Mercedes.
¿Prefiere los animales a la gente?
No.
¿Es usted cruel?
No soy consciente de ello.
¿Tiene muchos amigos?
AMIGOS, muy pocos. Amigos, bastantes.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No soy exigente,  la amistad quizás tenga que ver más con la química.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
¿Es usted una persona sincera?
¿Acaso pones en duda mis respuestas? Es broma.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No lo tengo.
¿Qué le da más miedo?
No poder responsabilizarme de mi vida cuando ya no esté.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La obscenidad de los poderosos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No soy escritor, soy pintor, por lo tanto ser escritor.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Largos paseos y mucha acción en el estudio.
¿Sabe cocinar?
Dame unas patatas, unos huevos, sal y aceite y quizás salga algo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Escribiría sobre algún “anónimo”.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Tolerancia.
¿Y la más peligrosa?
Las que quieren  significar lo que no son.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un cooperante.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Pensar demasiado.
¿Y sus virtudes?
Pensar demasiado.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No lo sé. Pero suena bien decir que el primer recuerdo; la imagen de un perro en unas escaleras de un hospital al que me llevaban para curarme una herida en la cabeza.

T. M.