En 1972,
Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que
nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los
perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo
con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus
frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman
la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de
la vida, de Jesús Javier Corpas Mauleón.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
De entre lo
que conozco, si se tratase de una ciudad, Venecia, le Mont Saint Michel o
Dubrovnik; si de un edificio, Prado, Louvre o Ermitage; y si de una isla, Bora
Bora, Cuba o Ibiza. Reúnen diferentes tipos de belleza y característica para no
aburrirse. Nunca Nueva York.
¿Prefiere los animales a la gente?
Solo frente
a individuos que anteponen los animales a la vida humana. Ante los que desearon la muerte del niño Adrián o se
alegraron con la de Víctor Barrio, prefiero una tarántula. Entre una
cascabel y un miembro de Bildu, me quedo con la serpiente siempre. Y elijo un
escorpión antes de quienes se alían con los cómplices de los asesinos; tiene
menos ponzoña.
¿Es usted cruel?
Nada en
absoluto. Irónico sí.
¿Tiene muchos amigos?
Sí, soy
afortunado: unos cuantos buenos y leales. Nunca me
parecen muchos
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No les busco
cualidades; los he encontré a lo largo de la vida tal cual eran. Las
características necesarias de un amigo, por propia definición, son la fidelidad
y el apoyo frente lo adverso y hostil.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Decepción y
amigo forman un oxímoron. Sobre las falsas amistades, las voy descubriendo,
quizás algunas un poco tarde, y las voy sacando de mi agenda sin
contemplaciones.
¿Es usted una persona sincera?
¿Es usted una persona sincera?
Sí, siempre
que no sea absolutamente imprescindible lo contrario para el bien de terceros.
En esta entrevista lo soy, por supuesto, así como en mis obras, ya sean de
ensayo o de ficción.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Todo mi
tiempo es libre. La libertad está dentro de toda alma, que no sea cobarde
claro, pues siempre le queda la última decisión. Al reo de guillotina no le pueden
prohibir que desde el cadalso se cisque en la madre de Robespierre; por mucho
poder que este tenga, ¿a que le va a condenar ya? Si hablamos de que me gusta, sería
casi una redundancia decir que la lectura.
Añadiré que asistir a todo tipo de eventos culturales, como funciones de
ópera, conciertos, conferencias, exposiciones o a los toros. También viajar y
los cuidar de perros, gatos, caballos, peces etcétera. No me busque por las gradas
de los estadios ni en el sofá frente a la caja tonta. Antes que matar el tiempo
ante el televisor o en la butaca de una cancha deportiva, soy partidario de
aprovechar la vida desde otros apostaderos.
¿Qué le da más miedo?
Aparte de
Montserrat Caballé en el famoso anuncio de cava, y ya sin bromas, Merkel, los
atentados islamistas, las presidencias del FMI y quién gobierna en función de
«los mercados».
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Los vasos
comunicantes de dinero público entre partidos, gobiernos, banca y medios de
comunicación. El doble rasero de la autoridad y la justicia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera sido
contable de un partido grande, que también es muy creativo. O director de una
agencia de noticias, todo un mundo de fantasía, aunque en este caso al dictado
del poder. Dejando la ironía, antes he hecho muchas cosas, de hecho uno de los
primeros reportajes periodísticos sobre mí titulaba la página «El autor que
vino con el demonio del mediodía». Si ahora no pudiera llevar esta vida, me
hubiera gustado ser guardabosques o ganadero de bravo, aunque esto segundo también
tiene su parte creativa. En su día aprobé el previo de Biológicas de la
Universidad de Navarra y estuve tres años en la facultad de veterinaria de
Zaragoza, ambas cosas por amor a los animales.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
No y no
tengo chándal. No se lo diga a la OTAN, que me bombardea. Vivo en una zona
monumental y sería una pena…
¿Sabe cocinar?
Bastante bien, pero
menos que determinados agentes en los premios literarios. Cocinar es noble, y
hacerlo con esmero demuestra cariño hacia tus comensales.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Pensar que
esa publicación me encargue escribir algo a mí es digno de la imaginación de un
gran novelista. Suponer que yo acepto el encargo es ya delirium tremens.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Natividad,
Nacimiento, Navidad, que son sinónimos entre sí y de la presentación en público
de la vida.
¿Y la más peligrosa?
Globalización.
Consiste en proletarizar al pueblo para beneficiar a las grandes fortunas, así
sean muy lejanas. Se basa en el principio de disminuir los salarios y derechos
sociales de los países avanzados al nivel los más bajos del planeta, por
aquello de “si no aceptas el puesto de trabajo por unas migajas, otros lo harán,
ya que, o les llevo la fábrica o los arranco de su casa y los traigo aunque sea
creando una guerra”. Estoy convencido de que hay que buscar lo contario: subir a
los desfavorecidos, al menos hasta el nivel de vida que tuvo la ya extinta clase
media española. En el Foro Económico de Davos resultaba indigno ver a los
banqueros y Luis de Guindos aplaudiendo al tirano de China continental —hay
otra China democrática expulsada por la ONU—, mientras aquí los medios
oficiales piropeaban al sátrapa de Arabia Saudí. En los últimos años, la U.E. y
EE.UU. han conseguido hacer retroceder
el nivel de vida, la libertad y la seguridad en Libia o Irak un siglo, y con
los golpes de estado que auspiciaron en Ucrania o Siria casi lo logran allí
también.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Fuera de mis
escritos, no, nunca. Les dejo esa tarea a mis personales, al menos por el
momento; pero arrieritos somos…
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Refractario
contra los grandes caciques que aplastan el planeta y coartan la libertad con
la boca llena de la palabra democracia, en la que no creen. A favor de la
verdadera Europa, continente con personalidad histórica y cultural que tiene
poco que ver con la U.E. y que sí incluye a Rusia, Noruega o Suiza. Opuesto a los
separatistas y demás manipuladores de la Historia por su difusión del odio y la
incultura. Antiestrasburgués, preocupado con la carrera de la tribu de Jerónimo
(san), y dudoso de la ecuanimidad de troncos o pajarillos, ya que a lo que se
ve, son demasiado maduros. También me preocupan mucho quienes piensan con la
boina, como algún alcalde y una presidenta norteños…
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Profesor de
prácticas en una academia de caballeros andantes para, compartiendo hazañas,
mejorar un poco las correrías de Argidulfo, Amadís o Tirante.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los
primeros, los segundos ya resultan secundarios. Aclaro que los vicios o méritos
de los protagonistas de mis novelas no tienen porqué corresponderse con los
míos, ni tampoco no hacerlo; depende.
¿Y sus virtudes?
Juventud de
espíritu y alegría, que considero meritorio con la que está cayendo. Además,
soy cercano, cordial y divertido. También escribo bien, alguien lo tenía que
decir, y me defiendo cantando.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La nave del
capitán Nemo acudiendo al rescate, para que luego torpedeemos juntos con poemas
los yates de Soros, Slim u otros bribones.
T. M.