En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Victor Baldoví.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Londres.
Adoro esa ciudad.
¿Prefiere los animales a la gente?
Algunas
veces sí, sobre todo los osos.
¿Es usted cruel?
No. Soy
incapaz de matar a una mosca.
¿Tiene muchos amigos?
No. Tengo
más conocidos que amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sinceridad
y lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
¿Es usted una persona sincera?
Muy
sincera. Odio la mentira.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viajando,
escribiendo en casa o estando con la familia. Pero cuando el clima no lo
permite mi sofá se convierte en mi castillo particular.
¿Qué le da más miedo?
La muerte.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
La
crueldad con los animales, tanto domésticos como salvajes.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una
vida creativa, ¿qué habría hecho?
De pequeño
quería ser detective, fotoperiodista de guerra o director de cine. Hoy escribir
me permite adoptar alguno de ésos roles implantando imágenes en los lectores-espectadores.
Me temo que mi alma siempre ha sido creativa…
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me temo
que no. ¿Estar de pie cuenta como ejercicio? ;)
¿Sabe cocinar?
Tengo tres
o cuatro platos que aún trato de dominar pero la verdadera chef es mi pareja.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Robert
Capa. Su vida fue tan increíble como los escenarios que retrató. Siempre que
cojo mi cámara fotográfica lo tengo presente, sobre todo cuando viajo a
escenarios en los que se desarrolló la Segunda Guerra Mundial.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Libertad.
¿Y la más peligrosa?
No hay
palabras peligrosas sino personas peligrosas.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Mi abogado
me aconseja que responda que no. Así que… No (ejem…)
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Tengo
afinidad con partidos políticos de signos muy diferentes. Votar se convierte en
una profunda reflexión de pros y contras.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un pato y
recorrer el mundo con mi patita.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Pulirme el
dinero en viajes.
¿Y sus virtudes?
Soy
sincero, leal y perfeccionista. Siempre vivo según la máxima de “vive y deja
vivir”.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
De hecho me
estuve ahogando en una playa de Catalunya donde había bandera roja y las
imágenes que pasaban por mi mente eran cómo salir de allí y cómo reaccionarían
mis seres queridos ante mi muerte. Pude salir por mi propio pie y desde
entonces trato de vivir la vida al máximo. Sólo se vive una vez… Carpe diem.
T. M.