Wu Ming no es un autor oriental que firma una novela que se publicó en su día en italiano, en 2014, sino varias personas que se esconden bajo ese seudónimo colectivo –que significa “anónimo” en chino mandarín– como ya hicieran con la obra “Q”. Con esta novela de 1999 que firmaron con el nombre de Luther Blissett, ambientada en el siglo XVI en torno a acontecimientos de la Reforma Protestante en el corazón de Europa, sorprendieron al mundo hasta incluso convertirse en un libro superventas internacional. Luego este grupo inconoclasta, relacionado con las “performances” que se burlan de los medios de comunicación convencionales para denunciar cómo la información se politiza, ofrecería, con este mismo nombre que aúna ahora a los creadores de “El Ejército de los Sonámbulos” (traducción de Juan Manuel Salmerón), tres novelas más.
Se trata de un brillantísimo relato que recrea sobre todo determinados días del año 1793 en torno a la Revolución Francesa, desde la ejecución del rey Luis XVI en la guillotina, y a la que será la inminente etapa conocida como El Terror, que se caracterizaría por la represión impuesta a los antirrevolucionarios a instancias del Estado. Un periodo, pues, convulso, de extrema violencia, en que el idealismo –“Morir por la patria es vivir para la posteridad”, dice uno de los personajes históricos reales que cobran voz en la novela– se mezcla con el ansia de libertad de un pueblo que pasa hambre y con la prepotencia de aquellos que anhelan tomar el rumbo de la nación.
Diversas activistas y feministas como Claire Lacombe, que propuso a la Asamblea Nacional la formación de batallones femeninos, políticos como el radical J. T. Leclerc, o científicos como el psiquiatra J.-B. Pussin, responsable de un manicomio, van y vienen entre otros personajes inventados de gran factura literaria; es el caso de Orphée d'Amblanc, médico seguidor del mesmerismo, o del actor italiano Leonida Modonesi, admirador de un Goldoni que acaba de morir en tristes circunstancias.
Todo ello refleja el gran talento de los integrantes de Wu Ming, que rebasa en mucho el nivel del género de novela histórica que la industria editorial explota hasta dar obras llenas de clichés que son todo menos amenas. Lo contrario que esta novela, estructurada cual obra de teatro y que juega con documentos reales y ficticios, además de desarrollar con gran pulso novelesco tanto diálogos de ciudadanos de a pie como referencias a figuras de la talla de Marat, Molière o Robespierre. Una recreación semejante tan vívida de aquel tiempo que será ocasión de gozo para todo tipo de lectores. De hecho, es una manera excelente de adentrarse en esos meses que se balancearon entre la justicia y la sangre a partir de un argumento fantástico: la sospecha de que los monárquicos estén preparando un grupo de sonámbulos para recuperar el poder.
Publicado en La Razón, 14-VI-2017