Se ha superado a sí mismo Antonio Rivero Taravillo con la que es su segunda novela tras la notable “Los huesos olvidados” (2014). Si en aquella ocasión era Octavio Paz el que se convertía en personaje literario con el trasfondo del entramado político en torno al anarquismo y comunismo sucedido en la Barcelona de los sindicatos, ahora, con “Los fantasmas de Yeats”, aborda otro de los poetas que mejor conoce con excelencia de escritura y ahondamiento biográfico tan ameno como riguroso. El autor tradujo la poesía completa del irlandés hace pocos años, y ahora lo hace protagonista novelesco a partir de un viaje real pero poco conocido, lo cual hizo que por unas fechas el destino del Premio Nobel 1923 estuviera ligado por el mismo suelo que pisó la Generación del 27 con motivo del trascendente homenaje dedicado a Góngora.
El reto de hablar de asuntos sacados de la realidad –la irlandesa en su vertiente histórica, la íntima de Yeats relacionada con su mujer y otro idealizado amor de antaño, la literaria personal y de su entorno cultural– mediante la fabulación novelesca encontrará dos tipos de lectores frente a la obra del biógrafo de Cernuda y Cirlot, del traductor de Shakespeare y tantos otros, del responsable de la antología “Antiguos poemas irlandeses” (2002). En cada página, los que conocen la trayectoria de Yeats podrán ver todos los guiños a su contexto patrio y a amigos célebres, viendo referencias fidedignas transformadas en diálogos y descripciones de gran enjundia literaria. Y por otra parte, los que no lo conocen empezarán a hacerlo de la manera más clara, fluida y entretenida posible.
Su alta literatura y sus debilidades humanas, o su obsesión por el ocultismo y el espiritismo, se mezclarán con ese trayecto que llevó al autor que poco antes había publicado el libro esotérico “Una visión” a calles como Sierpes o barrios como San Bartolomé –curiosamente Sevilla tendrá concomitancias con Dublín–, en las que se asoman personajes también reales con gran vivacidad y nutridas alusiones a acontecimientos y publicaciones. De tal modo que un amplísimo número de famosos escritores de la época cobran voz antes del inminente acto gongorino, mientras un Yeats evocador y enfermizo surge magníficamente retratado desde su memoria, talento y singular personalidad.
Publicado en La Razón, 22-VI-2017