En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Bernardo Santos Ramos.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Feo
escenario porque las geografías son importantes en mi vida. Todas. A mi edad, quizás
una playa americana del Pacífico. Poneloya o Playa de la Flor en Nicaragua. A
saber, el mito del Trópico como paraíso perdido, los cocoteros y los tamarindos
al pie de las olas. Si fuera más joven, quizás el Friedrichshan en Berlín o
Brooklyn.
¿Prefiere los animales a la gente?
Creo que
es un dilema falso. Somos de la misma sustancia.
¿Es usted cruel?
Nunca es necesario,
pero sí, lo he sido con cierta frecuencia.
¿Tiene muchos amigos?
No, se me
da bien la misantropía fina.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Creatividad,
pensamiento crítico, autoconocimiento. El triple salto mortal y el más difícil
cada día.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
He tenido
desgarros importantes pero fueron habas contadas.
¿Es usted una persona sincera?
Por
supuesto que no. ¡Soy poeta!
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Esto del
tiempo libre es una creación del Fordismo que asociamos con otro concepto
terrible, el del ocio. El tiempo es tiempo y lo organizamos eligiendo.
¿Qué le da más miedo?
El miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
La resignación.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera
encantado ser urbanista y pensar sobre el territorio que es otra forma de ser
escritor.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Practico
la bipedestación.
¿Sabe cocinar?
Practico el hermoso
arte de crear una obra que estimule todos los sentidos, especialmente la vista,
a partir de los exiguos materiales que el día
a día coloca en la cocina. Cocinar la abundancia no tiene mérito.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Bernardo Santos.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Futuro.
¿Y la más peligrosa?
Mafia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
En los años previos
a la transición se discutía mucho del tiranicidio. Creo que es un debate que
deberíamos recuperar en estos momentos.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Decrecimiento, más
democracia, igualdad y alterglobalización.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Una phoenix
dactylifera.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Son tan terribles
que son inconfesables.
¿Y sus virtudes?
No tengo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un mediodía soleado
de junio en la playa con una cerveza y unos berberechos.
T. M.