viernes, 24 de noviembre de 2017

Entrevista capotiana a Adolfo Gilaberte

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Adolfo Gilaberte.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En Macondo, si se tratase de un lugar imaginario. En un bosque con río, si fuera uno real.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Pero tampoco prefiero la gente a los animales. Creo que sin animales esto sería un lugar espantoso. Y es obvio, lo sé, pero un mundo sin todas esas personas espantosas que habitan en este, sería un lugar muchísimo más divertido y luminoso. (No podéis verla, pero mi perra Kumiko acaba de asentir con la cabeza).
¿Es usted cruel?
No. Pero si alguien lo es conmigo (o trata de serlo), o con alguna persona de las que me importan, el combate puede ser entonces terrible.
¿Tiene muchos amigos?
No lo sé. Tengo los que necesito, los que he ido acumulando, como hermosas piedras de río, a lo largo de los años.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean personas con las que todo es posible, o imaginable, o carente de sentido pero absolutamente irremediable.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sólo tus amigos pueden decepcionarte. De quien nada esperas, es más difícil sentirse decepcionado. Sin embargo, hay que saber lo que puedes esperar de cada persona, o qué pueden esperar ellas de ti, si las cosas están claras en ese sentido, nadie se llevará a engaño.
¿Es usted una persona sincera? 
Quizás demasiado. La verdad no es siempre la mejor alternativa.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En dejar que pase el tiempo.
¿Qué le da más miedo?
Los monstruos que no lo parecen.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Pocas cosas. Sin embargo, creo que hemos sufrido una involución en el sentido de que lo que veinte años atrás no nos escandalizaba, ahora nos hace poner el grito en el cielo. Nos hemos vuelto unos mojigatos, ñoños y pusilánimes; lo peor de todo es que también unos hipócritas capaces de normalizar lo terrible, como la muerte de un niño refugiado en una playa, un niño que muere lejos de nuestro televisor. Eso no nos escandaliza. Ni siquiera nos roza la piel.  
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Pues otra cosa. No, ahora en serio. La vida, sin creatividad, carece de sentido.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Creo que no.
¿Sabe cocinar?
Supe. Lo fui olvidando a medida que aumentaba mi apetito voraz.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Al final todo es olvido.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
¡Taxi!
¿Y la más peligrosa?
La palabra esperanza.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Como dicen los mexicanos: Siempre sí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me estoy quitando de la política.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Escritor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Todo lo que me hace bien, aunque sea malo.
¿Y sus virtudes?
No tirar la toalla, y seguir empeñado en tener cada día más virtudes.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Todas las que haya podido salvar de la desmemoria.

T. M.