sábado, 2 de diciembre de 2017

Entrevista capotiana a Ángela Sayago Martínez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ángela Sayago Martínez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El sitio en el que ya habito, mi cuerpo. Partiendo de que el ser humano es un ser finito y que soy de creencias gnósticas, mi cuerpo me contiene; acostumbrada a vivir en él, no encuentro otro lugar mejor para vivir que lo que ya conozco. Si tengo que elegir otro lugar distinto a mi cuerpo, elegiría una caracola en el fondo del mar.
¿Prefiere los animales a la gente?
En multitud de ocasiones sí, prefiero la nobleza y fidelidad animal. Las personas son seres perdidos, adoctrinados, simples y egoístas. Normal people scare me, como se suele decir en algunos ámbitos culturales o artísticos. Prefiero un lametón de mi gata Fedra que un beso falso de cualquier persona.
¿Es usted cruel?
Sólo soy cruel de pensamiento o en la ficción literaria. No creo que a los demás les guste lo que a mí también me desagrada. Tampoco creo que tenga mucho sentido ser cruel con los demás, ¿con qué finalidad?, ¿para qué? No me serviría de nada.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo muchísimos conocidos y pocos amigos de verdad, estos últimos han ido cambiando a lo largo del tiempo, ya que uno va evolucionando y moldeando la personalidad según las vivencias que se tienen, de modo que conservo algunas amistades desde la infancia y otras ya no están, las he apartado de mi vida o han pasado a ser colegas, más que amigos. No creo que se pueda confiar mucho en las personas. En realidad nacemos solos y permanecemos solos a lo largo de nuestra vida, ya que el sustento por parte de la familia viene impuesto y el acompañarse de amigos es una pauta social dada por el entorno. La amistad es algo que puede resultar bastante efímero en algunas ocasiones.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Me gustan las personas habladoras y seguras de sí mismas, diferentes y peculiares. Me da igual la ideología política que tengan o la religión en la que crean; pienso que la amistad está muy por encima de esas cosas. Eso, en cuanto a cualidades que me gusta que tengan, pero si hablamos de lo que puedan aportarme, me gustan las personas que me enseñen nuevos aprendizajes en todos los ámbitos posibles, que no me quieran sólo para los momentos malos y con las que pase ratos divertidos y amenos. También deben ser sinceros conmigo y respetar mis rarezas y decisiones.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Pues la verdad es que sí, algunas personas a las que he considerado dignas de mi amistad, que supuestamente me conocían y con las que existía una confianza y una complicidad grandes, me han decepcionado, bien porque se han aprovechado de esa confianza, bien porque han creído que una es tonta y lo único que soy es paciente. Puedo justificar muchas cosas de mis amigos, pero llega un punto en el que hay que decir basta. Ahora bien, hay otros amigos que me han sorprendido mucho, más aún cuando son más recientes que aquellos que me han decepcionado.
¿Es usted una persona sincera? 
No puedo decir que no haya mentido en alguna ocasión, pero sí me considero una persona sincera, no tiene sentido mentir. Las mentiras tienen las patas muy cortas y al final todo sale a la luz. Eso sí, cuando hay verdades que duelen, hay que decirlas con delicadeza.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No es que tenga mucho tiempo libre actualmente, además, cuando no tengo nada que hacer me agobio bastante. Soy de las personas que prefieren estar casi siempre ocupadas, incluso si después no me queda mucho para mí misma. Para ocupar el tiempo que me queda, me gusta crear pinturas para regalar a mi familia, leer, dibujar en varios cuadernos, escribir, ir al cine, cenar con mis amigos y generar “cadáveres exquisitos” con ellos cuando no sienten pereza ―yo siempre estoy dispuesta―. Me encanta hacer fotos en eventos y me apasiona fotografiar a grupos en conciertos a los que asisto, es algo que descubrí no hace mucho. También gasto mi tiempo en pensar demasiado; pienso casi con la misma frecuencia con la que respiro. Llegan como golondrinas, se van como las hojas caídas de los árboles, una, otra y otra idea, un recuerdo, manualidades, proyectos, situaciones irreales, posibles poemas, posibles conversaciones, posibles acontecimientos, teorías, conspiraciones, de todo, constantemente.
¿Qué le da más miedo?
El aburrimiento, el rechazo y el sentirme abandonada. Morir de forma dolorosa o cruenta, dañar a los demás sin ser consciente, molestar. No poder rectificar ciertas cosas, ciertos impulsos; me temo a mí misma, porque soy la que más daño puede hacerse.  Me da miedo el rumbo que toma la existencia del ser humano, las decisiones erróneas que toma, el sufrimiento de los demás.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Grosso modo, me escandaliza la poca vergüenza de los políticos, el gobierno corrupto, la monarquía obsoleta, que la iglesia sea una empresa y el adoctrinamiento al que somete a la sociedad. Me escandaliza la pederastia y las muertes de mujeres a manos de hombres todos los días, el hecho de que la diferencia nos separe en lugar de unirnos, la falta de respeto entre las personas. Me escandaliza el clasismo y el hambre que pasan en muchos países, que otros no abran sus puertas a los refugiados, que nos quejemos de todo cuando sólo tenemos privilegios, las cantidades ingentes de basura que producimos, el desamparo al que tenemos sometido al medioambiente… Me escandaliza la injusticia en general, el engaño mediático, el consumismo y la falta de valores (entre otras cosas).
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me habría encantado estudiar exobiología, arqueología, antropología o hacer documentales de naturaleza. Soy de ciencias pero llevo la creatividad en vena y creo que, si hubiera estudiado cualquier otra cosa, me encontraría igual que ahora, trabajando para sobrevivir en algo que no es “lo mío”; la sociedad no lo permite. Casi todo mi entorno posee estudios universitarios y no hay trabajo para ellos, así que, algo estaremos haciendo mal, ¿no? El caso es que no tengo la vida creativa que me gustaría: ni pinto lo suficiente, ni escribo lo suficiente, ni tengo el tiempo suficiente que me permita explotar mi creatividad al 100%. Lo juro, es mucha y no sabe por dónde salir. Si hubiese seguido la rama científica, seguramente habría intentado rebatir algunas teorías y habría escrito libros sobre la veracidad del darwinismo (yo me lo cuestiono), el eslabón perdido, las posibles civilizaciones anteriores al ser humano, etc.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, sorprendentemente, voy a clases de zumba dos veces por semana. Es muy divertido, desconectas, sudas, te desestresas y aunque no siempre me gusten las canciones, los cantantes o algunas letras, esta actividad es una forma de no oxidarse. Hace unos meses hacía ciclo in door y a veces voy a caminar media, una o dos horas, en función del tiempo que me quede durante la semana.
¿Sabe cocinar?
Sí, de todo un poco (me sale muy buena la tortilla de patatas). Me gusta probar comidas de otros países, me encantan las especias y he dejado la carne. En mi casa soy vegetariana, pero tomo pescado y marisco cuando salgo con amigos a a cenar o a comer.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?     
Pues, más bien, intentaría escribir sobre algunos personajes olvidados, ya que los inolvidables ya los tenemos presentes. Hay mucho que decir sobre personajes que no fueron reconocidos en su día, sobre todo mujeres, transparentes en la gran mayoría de ámbitos sociales y, en particular, en el sector cultural. No podría elegir a una sola de esas mujeres, haría una colección de “personajes olvidados femeninos”.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No creo que haya alguna palabra así, pero la que (a mi parecer) podría aproximarse más, es la palabra “Empatía”.
¿Y la más peligrosa?
Egoísmo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No creo que matar a alguien sea algo agradable. En todo caso, sí he querido matar a personajes en algún relato o microrrelato. El tema de la muerte es recurrente en lo que suelo escribir, siempre está presente en mis ciclos, en la simbología de mis poemas… y no dudo en ser descriptiva cuando quiero describir la muerte abrupta; pero una cosa es la ficción literaria y, otra muy distinta, el querer matar a alguien en la realidad que conocemos.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo que quedaron bastante claras cuando hablé de lo que me escandaliza. Pienso que la monarquía está obsoleta y el gobierno actual es corrupto. Debería producirse un cambio significativo en el poder gubernamental y de las instituciones pero la gente está acomodada, adoctrinada y pasiva, los medios de comunicación ya no son fiables y están posicionados o comprados… Es complejo, pero si seguimos como hasta ahora, vamos a pique. Es un tema controvertido.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un rayo de luz, un gato doméstico, la caracola en el fondo del mar.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Todos los que puede tener una persona, salvo el juego y las apuestas. Soy viciosa y maniática, pero no se me nota mucho.
¿Y sus virtudes?
Mis virtudes también pueden formar parte de mis vicios, pero por decir algunas aisladas, puedo mencionar mi sentido de la compasión, mi exceso de empatía, la generosidad, el trabajo duro y sobre todo mi implicación y mi creatividad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imágenes de mi infancia en contacto con la naturaleza, rostros de personas importantes para mí (familia, amigos…), los momentos supuestamente felices, quizás; aunque, estando en una situación tan comprometida, las imágenes podrían ser inesperadas, lo cierto es que no podría saberlo con exactitud. Espero no morirme ahogada, forma parte de las muertes dolorosas y cruentas a las que aludía en otra de las preguntas. En realidad, más que ver imágenes, pensaría en cómo repercutiría mi muerte en todas las personas y cosas a las que estuviera unida en ese momento, si se produciría algún efecto mariposa significativo. Es curioso cuán insignificantes somos.

T. M.