miércoles, 10 de abril de 2019

Entrevista capotiana a Rubenski Pereira


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rubenski Pereira.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Elegiría vivir en la Ciudad Universitaria de la U.N.A.M. Sin duda, uno de los lugares más singulares y poderosos del planeta. 
¿Prefiere los animales a la gente?
En el mundo hay animales que parecen gente, y personas que parece animales. Así que me quedo con los seres de una elevada conciencia. 
¿Es usted cruel?
En ocasiones, lo soy. Sin embargo, al escribir el poeta debe ser malvado a la manera del roba chicos. Sólo así se trastocan los pensamientos y se llega a lo desconocido. Nacen las visiones. Las notas fluyen en la crueldad y la belleza del alcohol. 
¿Tiene muchos amigos?
Casi no tengo amigos. Dicen que, de lo bueno, poco. Mi mejor amigo murió en 2016. Tal vez lo conociste o lo has leído. Su nombre: Guillermo Samperio.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Busco una identificación artística cuando esta persona es del mundo de la poiesis. Pero si no es así, busco una charla sincera y explosiva; me gustan las personas que dicen lo que sienten. Gente preocupada por el bienestar de sus camaradas.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Como diría Serrat en las Malas compañías: “Los tengo muy escogidos, son lo mejor de cada casa”. 
¿Es usted una persona sincera? 
Soy honesto.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Ocupo el tiempo libre en el desarrollo de mi cuerpo y mi mente, en aprender los enigmas del espíritu a través de las claves mágicas. La apertura en círculos de fuego.
¿Qué le da más miedo?
Me da miedo aburrirme, siempre me la paso bien conmigo. Soy buena compañía. 
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandalizaría que no hubiese más escándalos. Es la pimienta negra de la vida.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera sido futbolista. Claro, hoy en día, estaría retirado. 
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Levanto pesas, y al acabar el entrenamiento, levanto también el tarro de espumosa cerveza. 
¿Sabe cocinar?
Sí, el estómago es muy importante para un escritor. El morirse de hambre no ayuda a la escritura, aunque en ocasiones así lo parezca. Por eso te comparto el excéntrico libro de cocina de Salvador Dalí, que ha sido reeditado por primera vez tras más de cuarenta años por Taschen: Les Diners de Gala, 1973. 
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Carlos Castaneda.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
La palabra más llena de esperanza, para mí, es la palabra: mujer.
¿Y la más peligrosa?
La más peligrosa es la palabra: odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, a los mosquitos ebrios de la noche, siempre se quieren beber mi vino tinto.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy, ante todo, ácrata.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me gustaría ser actor. Tengo un parecido con el histrión canadiense Keanu Reeves. 
¿Cuáles son sus vicios principales?
Tengo demasiados defectos. Tantos que no se pueden enumerar.
¿Y sus virtudes?
La constancia y la paciencia en los procesos creativos; una imaginería inaudita, principalmente.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Me ha ocurrido algunas veces y he salido airoso. Las imágenes en mi mente son las paredes y las cosas de la habitación dando vueltas mientras un zumbido permanece en las regiones de mi espíritu.
T. M.