Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Si por un lugar
entendemos un planeta, la Tierra, para poder respirar; si se refiere a un país,
Estados Unidos, por su diversidad; si se trata de una ciudad, Londres, es la
más cosmopolita; en cualquier otro caso, una pequeña aldea gallega.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, por supuesto que no.
Prefiero a las personas, incluso a aquellas que opinan lo contrario.
¿Es usted cruel?
No (sin comentarios).
¿Tiene muchos amigos?
En este caso muchos
es un término bastante relativo. Creo que estoy bastante por debajo de la media
si mis contactos/grupos de WhatsApp son un buen baremo, pero siempre estoy
abierto a nuevos “contactos”.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sentido del humor y
paciencia.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, aunque tampoco
les exijo demasiado.
¿Es usted una persona sincera?
Tiendo a
ello sin exagerar, me gusta inventar historias.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Haciendo lo que más
me apetezca en el instante que aparece la oportunidad. Puede ser cualquier
cosa, leer, buscar libros raros o ver un campeonato de curling en la
televisión.
¿Qué le da más miedo?
Los golpes
de mala suerte vital.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
El borreguismo. El
seguidismo dócil de los tópicos que plantean las falsas progresías. La
infravaloración del esfuerzo y la sublimación del talento.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Nunca
decidí ser escritor. Simplemente soy un lector envidioso que en algunas
ocasiones intento emular a algunos autores (los buenos) y en otras demostrar
que puedo ser mejor que otros (los malos). Soy abogado de profesión y en este
oficio no está bien visto ser muy creativo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Natación
porque me relaja.
¿Sabe cocinar?
Me faltan bastantes
fundamentos, pero me defiendo en media docena de platos.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Esther Lederberg,
una científica de extraordinaria valía relegada al papel de ayudante. Busquen
más datos en internet, les apasionará.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Esperanza.
¿Y la más peligrosa?
¿Y la más peligrosa?
Desesperanza.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, casi todos los
días, pero las ganas me duran cinco segundos y nunca me ha dado tiempo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Liberal en su
acepción más denostada a izquierdas y derechas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Geógrafo,
pero no estoy seguro de que sea una profesión.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No tengo vicios
confesables. Defectos sí, y encabezando la lista, la pereza y la
intransigencia.
¿Y sus virtudes?
Mi esfuerzo diario
por superar la pereza y aligerar la intransigencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No tengo ni idea,
habría que experimentarlo y no tengo ganas. Seguramente serían de cabreo con mi
suerte porque la muerte por asfixia deber ser de las peores.
T. M.