martes, 3 de septiembre de 2019

Entrevista capotiana a Susana López Rubio


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Susana López Rubio.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi sillón preferido me parece una buena opción. Es mullido, se puede convertir en cama y está pegado a una ventana para poder espiar a los vecinos. Además, sospecho que mi hijo pequeño esconde comida debajo de los almohadones, por lo que no me faltaría sustento.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los animales son menos retorcidos que los humanos y eso me gusta. Aunque también hay bichos que son auténticos cretinos, como el pájaro cuco, que va de nido en nido comiéndose los huevos de otros pájaros y dejando los suyos para que se ocupen de sus polluelos.
¿Es usted cruel?
Sólo cuando escribo. (Y cuando critico los vestidos de las actrices que van a la gala de los Oscar).  
¿Tiene muchos amigos?
Los tengo, en eso soy muy afortunada.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que pueda ser yo misma con ellos y que no me juzguen. Una vez leí una frase en una tarjeta de felicitación que lo resume a la perfección: “Un amigo es alguien que lo sabe todo sobre ti y, aun así, te quiere”.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Nunca, tengo el súper poder de elegir muy buenos amigos.
¿Es usted una persona sincera? 
No lo soy, soy una mentirosa. Aunque suelen ser mentiras inofensivas para escaquearme de cosas que no me apetece nada hacer. 
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me entretiene mucho coleccionar tonterías: Pegatinas de frutas, etiquetas de té, sobres de azúcar, posavasos de cerveza, tarjetas de visita, cromos… Coleccionar cosas pequeñas me gusta y me relaja mucho.
¿Qué le da más miedo?
Tengo miedos muy comunes: A la muerte, a las marionetas y a la oscuridad. Volar me da mucha ansiedad, pero nada que dos lexatines no puedan solucionar.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandalizan pocas cosas. Una lástima, porque me gustaría escandalizarme más a menudo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me figuro que hubiera abierto un negocio de algún tipo. Una tienda de antigüedades o una librería. (Añado que estarían en la ruina, porque mi gestión sería un desastre).
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Andar a todas horas. Andar es la mejor manera de explorar y de descubrir nuevos lugares. En mi caso es una adicción, si no camino por lo menos una hora al día, me siento como una tigresa enjaulada. No sé si tener un hijo de dos años cuenta como ejercicio físico pero voy a considerarlo un deporte porque me paso el día persiguiéndole por todas partes.
¿Sabe cocinar?
No sé ni freír un huevo. Sin mi chico, estaría perdida. Sospecho que mi hijo y yo moriríamos de hambre.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
¡Ojala lo hicieran porque me chifla el Reader’s Digest! Hay tanta gente fascinante que me costaría mucho elegir sólo a una. Ahora mismo, se me ocurre Adelina Patti, una soprano del siglo XIX que tuvo que ser de armas tomar. Y también tuvo una vida interesantísima Agustín Luengo, el llamado “Gigante extremeño”, cuyo esqueleto está expuesto en el museo Antropológico de Madrid.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
“Empatía”.
¿Y la más peligrosa?
“Indiferencia”.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
He fantaseado con ello, lo confieso. Sólo por saber si podría salirme con la mía. Lo haría con veneno dentro de un anillo a lo Lucrecia Borgia. O con cristales rallados en la comida, como en un capítulo de la serie “Oz” que me dejo muy mal cuerpo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No me gustan los extremos y opino que la alternancia de poder es saludable para una sociedad. Pero dicho esto, sería incapaz de votar a un partido que discrimine a nadie por una cuestión de sexo, raza, u orientación sexual.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Mi pez betta tiene una vida que no está nada mal.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La cafeína es mi gran problema. Si no me tomo mis tres tazas de café al día me entran unas jaquecas espantosas. Soy la Ray Milland del café.
¿Y sus virtudes?
Tengo buen carácter, soy trabajadora y hago reír a mis seres queridos.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Espero no averiguarlo nunca pero me imagino que mi vida pasaría por delante de mis ojos, como en las películas. Aunque hace poco leí entrevistas con alpinistas que habían sobrevivido en circunstancias extremas y contaban que, en los momentos cercanos a la muerte, no les vinieron recuerdos transcendentales a la cabeza, sino canciones pop o pensamientos absurdos. Así que, si me estuviera ahogando, a lo mejor lo único que me vendría a la cabeza serían las caras de mis concursantes de Gran Hermano favoritos.
T. M.