martes, 24 de diciembre de 2019

Entrevista capotiana a Olalla García


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Olalla García.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En mi propio cuerpo. Tiene sus limitaciones, pero no está tan mal.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me encantan los animales. El único problema es que con ellos no puedo mantener una conversación interesante. Aunque, a decir verdad, esto también puede aplicarse a más de una persona…
¿Es usted cruel?
Intento no serlo. No siempre lo consigo.
¿Tiene muchos amigos?
Quien cree tener muchos amigos, tal vez no tenga ninguno.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que me permitan ser yo misma.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No suelen. Aunque están acreditados para hacerlo. Solo pueden decepcionarte aquellas personas en quienes confías.
¿Es usted una persona sincera? 
Lo soy. Por eso muchas veces prefiero callarme en lugar de expresar mi opinión.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Hace años que no gasto de eso. Lo perdí el día en que empecé a garabatear relatos en un cuaderno.
¿Qué le da más miedo?
Perder a mis seres queridos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El maltrato. Y cualquier otra forma de abuso de poder.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser profesora. De hecho, es lo que hago.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Pilates. La vida del escritor viene con su inevitable sedentarismo. Y este, con su inevitable dosis de dolores de espalda.
¿Sabe cocinar?
Aprendí a cocinar de niña. Con el paso de los años he ido olvidando cómo hacerlo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No sé si podría. Me temo que soy demasiado olvidadiza.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Ilusión.
¿Y la más peligrosa?
La combinación de nadie, nunca, nada.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
El deseo de acabar con cierta gentuza es muy humano. El refrenarse, más humano todavía.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las del partido que anteponga el bien general a los intereses particulares. Si alguien lo encuentra, que me avise.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Guardiana entre el centeno. Lo malo es que soy celiaca y no me llevo bien con las gramíneas.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Que me cuesta reconocer mis virtudes.
¿Y sus virtudes?
Que no me cuesta reconocer mis vicios.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El hogar, la familia. Ellos; siempre ellos.
T. M.