En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la
autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros
ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y
brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones,
deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente
«entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mahayouba
Mohamed Salem.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin duda, mi país: el Sáhara
Occidental. Es el único lugar del mundo donde sería plenamente feliz. Y a él, y
a su sufrimiento de todos estos años, dedico mi libro, Tella.
¿Prefiere los animales a la gente?
Si tenemos en cuenta lo que
hicieron los marroquíes a la gente de mi tierra, elegiría a los animales. Son
los seres más cariñosos y fieles.
¿Es usted cruel?
No, mi ser no es cruel. Lo
aprendí de mi familia y es lo que transmito a mi hijo. De hecho, la crítica a
la crueldad es el eje de mi reciente obra.
¿Tiene muchos amigos?
No muchos, pero sí muy cercanos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Fidelidad, cariño y
sinceridad. La protagonista del libro, Tella, es precisamente la encarnación de
estos tres valores. Sin olvidar su valentía. Si la hubiera conocido siendo yo
pequeña -el personaje está inspirado en una niña que vivió la terrible “Marcha
verde”-, la hubiera querido tener en mi círculo de amigos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, ni recuerdo ahora mismo
una decepción de ese tipo. Pero ¡todos tenemos defectos!
¿Es usted una persona sincera?
¿Es usted una persona sincera?
Para mí la sinceridad es lo
primero y lo último, lo que define a un buen ser humano.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, por supuesto. Me encanta
leer. Sobre todo historias reales. Como las que narro en las páginas de Tella, testimonio escrito de lo que
llegaron a padecer los saharauis cuando tuvieron que huir de sus hogares en la
guerra.
¿Qué le da más miedo?
La traición.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Me caracterizo por ser una
mujer seria. Aun así, no me escandalizo fácilmente.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Comunicadora, porque
considero que es uno de mis puntos fuertes. Como autora de Tella, he transformado a un
relato de ficción las atrocidades que me contó, entre otras personas, mi abuela.
He querido comunicar así las desgarradoras vicisitudes que experimentaron
aquellos a quienes no hay que olvidar.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, me encanta correr y
pasear por el bosque. Me ayuda a pensar.
¿Sabe cocinar?
No soy una experta cocinera,
pero al menos no paso hambre.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Describiría la vida de Mahatma
Gandhi, porque es un ejemplo a seguir.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Libertad. ¿A quién no le
gusta esa palabra? Yo solo espero que mi libro contribuya de alguna manera a
que el Sáhara sea libre. Eso es una de las cosas que más me importan, y por la
que estoy luchando.
¿Y la más peligrosa?
Guerra. Se trata de un
término tóxico. Solo escuchándolo, me estremezco.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¡Ni a una hormiga!
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Solo deseo la libertad de mi
país. La solución definitiva del conflicto.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Ostentar una mejor posición
para tener poder de ayudar a los saharauis. Sobre todo a los más pobres.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Maquillaje y un buen
perfume.
¿Y sus virtudes?
Me gusta tratar a todo ser
vivo desde el corazón. Como se suele decir, “trata como te gustaría ser
tratado”.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
En una situación a vida o
muerte, oraría. Orar me ayuda mucho en mi día a día.
T. M.