sábado, 25 de julio de 2020

Entrevista capotiana a Nuria Rivera

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Nuria Rivera.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Ya que puedo elegir me iría a un lugar inventado: Minstrel Valley, en el condado de Hertfordshire, en Londres. Podría ser una de las damas que viven en aquel lugar, junto al lago. Tocaría el piano y ocuparía las horas leyendo y escribiendo. 
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente, pero podríamos debatir qué gente y qué animales.
¿Es usted cruel?
No, siempre tengo en cuenta al otro al decir las cosas y en mi trato personal procuro ser amable y empática.
¿Tiene muchos amigos?
Amigos, de esos que se dicen «de verdad», tengo pocos, amigos en general bastantes y conocidos tengo muchos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sinceridad, lealtad, capacidad para una buena conversación, empatía, que esté a mi lado y comparta mis alegría y penas. Alguien que no me exija.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Las amistades pueden decepcionarte cuando se espera una cosa concreta de ellas y no llega, por la razón que sea. Yo no exijo a mis amigos, y no me gusta que me exijan a mí; así que no suelen decepcionarme, pero eso no significa que a veces no me haya frustrado alguna acción que yo habría hecho de otro modo o cuando esperaba algo de ellos que no ha llegado.
¿Es usted una persona sincera? 
Procuro serlo siempre. Pero me definiría mejor como una persona amable y cordial.  Ser sincera no significa que vaya dando mi opinión por ahí alegremente. Suelo callar más de lo que digo. Si alguien me pide opinión, un consejo, entonces lo doy, no me meto donde no me llaman.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo y escribiendo. Y, por supuesto, en una reunión con mi familia o con
amigos.
¿Qué le da más miedo?
El miedo siempre es salgo imaginario y depende del momento podemos darle mayor o menor peso y poder en nuestra vida. Creo que no hay que dejar que el miedo nos gobierne del todo, a veces puede ser un motor para hacer cosas y hay que evitar que nos paralice. La incertidumbre, el vacío, la nada eso me asusta. Por supuesto una debacle económica o no acordarme de quien soy. 
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Creo que podría decir que estoy curada de espanto, pero la estupidez humana es tan atrevida que a veces me sonroja.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Tengo mi profesión (la psicológica y la salud mental) que me pone los pies en el suelo cada día. Me cuesta imaginar algo que no sea creativo, artístico, aunque hay algunas cosas que me gustarían hacer, viajar, por ejemplo y disfrutar de otras culturas. También ser maestra de niños pequeños y enseñarles a leer.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Nunca fui deportista. A veces salgo a caminar y hago ejercicios para el dolor de cervicales y de espalda.
¿Sabe cocinar?
Sí y reconozco que no es lo que más me apasiona.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Holly Golighty (Audrey Herpburn) de Desayuno con diamantes.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor.
¿Y la más peligrosa?
Para mí todas las que tengan connotaciones autocráticas.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Siempre se quiere matar a alguien, bien porque nos incordia o para ocupar su lugar (de manera figurada, claro. Si se pasa al acto es otra cosa). Para mis libros alguno ha caído, en mi realidad no es una idea que me persiga.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No sabría decir.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me gustan las jirafas, así que una de esas que van libre por la sabana o un águila que vuelan alto y tienen una vista fantástica.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Entre los confesables está el chocolate.
¿Y sus virtudes?
Sé escuchar.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imagino que es en el fondo del mar, entonces me preguntaría que hago ahí porque no me gusta nadar por la profundad. Creo que sería muy consciente de que me faltaba el aire y de que me ahogaba y desearía con todas mis fuerzas estar en otro lugar.
T. M.