jueves, 14 de enero de 2021

Entrevista capotiana a Elia Barceló

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Elia Barceló.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa en España, porque tiene todo lo que necesito para ser feliz: jardín, árboles, piscina, sol de día, estrellas de noche, gatos, libros... pero tendría que ser con mi familia y, a ser posible, algún que otro amigo o amiga.

¿Prefiere los animales a la gente? No. Prefiero a la gente, pero no a toda. Solo a las personas con las que hay una afinidad inmediata y con las que comparto sentido del humor.

¿Es usted cruel? En absoluto. Ni con personas, ni con animales, ni con plantas. Mi capacidad de identificación es tan grande que no me cuesta nada ponerme en el lugar del otro y no querer hacerle lo que no querría para mí.

¿Tiene muchos amigos? No, claro. Amigos siempre se tienen pocos. Cuesta mucho tener amigos de verdad, de toda confianza.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Inteligencia, sentido del humor, buen corazón, lealtad, y que me dejen espacio para ser quien soy sin pretender “mejorarme”.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Trato de no ponerlos en situaciones en las que podrían defraudarme.

¿Es usted una persona sincera? Solo cuando tengo algo bonito que decir o cuando (en el caso de que sea algo desagradable) resulta necesario. La sinceridad innecesaria es crueldad.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Depende del tiempo atmosférico. Si hace buen día, en la naturaleza, paseando y charlando con familia o amigos. Si llueve, un museo, o leyendo en casa o viendo una película interesante o una buena cena en compañía.

Qué le da más miedo? Que le pase algo malo a la gente que quiero.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que la verdad y la decencia hayan dejado de ser valores admirables y dignos de ser alcanzados.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Me habría gustado ser pintora, con lo que estamos en las mismas. O bien trabajar en un museo, organizando exposiciones, o lo que hice en realidad, dedicarme a la enseñanza universitaria de la literatura.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí. Camino mucho, hago yoga, nado y hago gimnasia para la espalda.

¿Sabe cocinar? Sí. Me encanta, y según la gente que ha comido en casa, lo hago muy bien.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Si es inolvidable, no haría falta que yo escribiera nada. Me gustaría más dar a conocer a personas de las que casi no se ha hablado, como Nettie Stevens, que sentó los fundamentos de lo que ahora nos parece evidente: que la diferenciación sexual depende de la existencia de los cromosomas X e Y, presentes en el esperma y que, por tanto, ninguna mujer puede ser culpada por no haber podido “dar hijos varones” a su esposo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Son dos: Amor y libertad.

¿Y la más peligrosa? También son dos: Dios y Patria.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Fuera de una novela, no. A lo más que he llegado es a desear que desaparezca.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Socialista de corazón desde siempre.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un árbol. Un roble en un bosque, o un eucaliptus muy alto bailando al viento. O quizá una gata semidomesticada, con un territorio propio y toda la libertad.

¿Cuáles son sus vicios principales? Antes fumaba. Ahora mi peor vicio es el trabajo, el no saber descansar del todo.

¿Y sus virtudes? La empatía, la pasión, el humor.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi infancia en familia, mi marido, mis hijos y nietos. Los momentos de unión y felicidad, las risas compartidas, las noches de estrellas del verano...

T. M.