martes, 22 de marzo de 2022

Entrevista capotiana a Emili Albi

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Emili Albi.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Viviría en una gran biblioteca, la de Alejandría o la del Trinity College o la de Babel que ideó Borges.

¿Prefiere los animales a la gente? Es una pregunta un punto injusta porque conozco a muchas más personas que animales, pero prefiero a los animales.

¿Es usted cruel? Intento no serlo, pero los seres humanos somos crueles por naturaleza. Creo que lo he sido y, desgraciadamente, lo seguiré siendo, pero intento no serlo. Es lo máximo a lo que podemos aspirar.

¿Tiene muchos amigos? Para mí, el número justo.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Buscar ninguna… desear, deseo lealtad y franqueza.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No.

¿Es usted una persona sincera? Lo intento, pero la sociedad no está hecha para la verdad y hay que hacer concesiones.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Con familia o amigos o escribiendo y leyendo.

¿Qué le da más miedo? La locura.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Los goles en fuera de juego.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Mi profesión frustrada es la arquitectura, aunque esa es una vida bastante creativa también. Y me habría gustado mucho mucho ser futbolista.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Hace unos años me partí una vértebra y he de hacer ejercicio casi cada día, hago pilates y nado, también monto en bici. En el pasado hacía mucho deporte, jugaba mucho al fútbol, creo que nunca he sido tan feliz como jugando al fútbol.

¿Sabe cocinar? Me defiendo, pero he de decir que no. Me he centrado en la paella, pero todavía soy rookie.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Uno de mis personajes literarios favoritos es el del padre (no recuerdo que tenga nombre) de La carretera, de Cormac McCarthy. Me parece que representa de una manera muy acertada y vivencial al ser humano como un ser que por fuerza ha de morir, pero cuyo instinto de supervivencia no se lo permite, que ha de sufrir, pero que no soporta sufrir. Es perfecta la manera en la que radiografía la contradicción (la condena) del ser humano, nuestra pobre alma.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Me gustaría que fuera “hoy” o “ahora”, huir de la idea de que lo más esperanzador es lo que está por venir, que es una idea muy usada por el poder, sentir que el momento actual es el mejor anularía casi cualquier forma de poder.

¿Y la más peligrosa? Históricamente ha sido “fe”, pero creo que hoy sería “miedo” que es la nueva conjugación de la palabra “poder”, nos infunden miedo para controlarnos.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Solo a los malos de las películas, pero poquito…

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Suicidas y utópicas… Soy muy de izquierdas, pero también realista (y ambas creencias no se llevan nada bien).

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una piedra. Debe de ser maravilloso existir, sin más.

¿Cuáles son sus vicios principales? La apatía y la pereza, el hedonismo y el cinismo. Y algo de narcisismo y soberbia. Casi nada.

¿Y sus virtudes? No estoy seguro de que sea una virtud, pero cierta forma de temeridad: las cosas que me interesan no me las pienso nada, me lanzo.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Esta es la más fácil: pensaría irremediablemente y con pena en mis hijos que son lo que más quiero.

T. M.