viernes, 13 de mayo de 2022

Entrevista capotiana a Ricard Ibáñez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ricard Ibáñez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La biblioteca de Babel que describió Borges. Los libros son la mejor de las compañías.

¿Prefiere los animales a la gente? Por supuesto. Hay gente muy animal.

¿Es usted cruel? Lamentablemente, ser cruel se considera un rasgo de inteligencia.

¿Tiene muchos amigos? Quien tiene muchos amigos no tiene ninguno, me temo. Los amigos de verdad se cuentan con los dedos de la mano (y suelen sobrar dedos).

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Saber estar, saber escuchar.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No demasiado. La confianza da asco, ya sale, y conocerlos como si los hubiera parido (con perdón) forma parte del proceso de amistad plena.

¿Es usted una persona sincera? Por supuesto. Mentir es muy trabajoso (hay que recordar siempre la mentira que se ha dicho) eso sí, no negaré que muchas veces miento por omisión.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Pasear, leer, ver maratones de series en televisión, asistir a conferencias o presentaciones de libros, visitar museos o exposiciones, jugar a rol con el grupo de siempre… Desde mi lesión en la espalda hago una vida más tranquila.

¿Qué le da más miedo? El miedo mismo. Una vez afrontas los problemas y los obstáculos te das cuenta que no eran tan malos como creías.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La gente que se escandaliza viendo besarse a dos hombres, o a dos mujeres.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Posiblemente, volverme loco. Tengo la cabeza llena de ideas que fluyen sin parar, y si no las canalizase a través del proceso creativo empezaría a pensar cosas raras. No sé, me haría conspiranoico, terraplanista o de la iglesia de la Cienciología.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Antes de la lesión, levantaba peso directo en el gimnasio y daba largas caminatas por la naturaleza (ahora lo llaman hacer fitness y hacer trekking, creo).

¿Sabe cocinar? Según mi mujer, sí, y bastante bien. Pero mi mujer odia cocinar con todas sus fuerzas, así que no sé si lo dice para ahorrarse el trabajo… Por lo menos, aún no nos hemos envenenado.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? El general Paul von Lettow-Vorbeck, que durante la Primera Guerra mundial luchó en el África Oriental Alemana (hoy Tanganika) contra las fuerzas del gobierno británico, ganando batallas en ocasiones contra enemigos ocho veces superiores. No fue derrotado, aunque al terminar la guerra tuvo que retirarse. Presionó a la República de Weimar para que sus askaris (soldados nativos) recibieran una pensión como combatientes, y rechazó tajantemente la oferta de Hitler de ser embajador. Demasiado famoso para ser represaliado por ello, vivió tranquilamente hasta su muerte en 1964, a los 96 años. Un militar brillante y un hombre de honor.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Libertad.

¿Y la más peligrosa? Religión.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Evidentemente, como todos.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Según la derecha actual de nuestro país, soy un rojo fanático. Creo en la Sanidad y la Educación públicas, en el sistema de Pensiones y en el Estado del Bienestar en general.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Perro. Viven el presente (de hecho les cuesta concebir el paso del tiempo), son muy empáticos y a la que pueden se ponen a hacer la siesta.

¿Cuáles son sus vicios principales? Misantropía, escasa empatía hacia ciertas situaciones y en ocasiones Apatía.

¿Y sus virtudes? Trato de ser humilde, tener paciencia y perseverar en el camino que decido hacer.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Supongo que vería mi vida pasar ante mí, como dicen… Mi infancia en mi habitación, leyendo a Dumas, Salgari y Verne; mis largas caminatas en las montañas de Catalunya; lo feliz y pleno que me sentí cuando el amor de mi vida me dijo que sí; las grandes derrotas y las pequeñas victorias (y viceversa). Y si me entretengo tanto en acabar de morirme, al igual la Muerte se cansa de esperarme y me salvo y todo.

T. M.