Pues bien, en muchos casos, todos estos trabajos llevan implícito el ánimo de sorprender y hacer pensar, es decir, de empujar al intelecto, y desde luego, conminar a leer, a picotear pensamientos audaces. Y eso mismo acaba de hacer el granadino Guillermo Busutil, que el año pasado recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural después de publicar “La cultura, querido Robinson”, con el que, según el jurado, había “realizado una aportación sustancial a la reflexión sobre el periodismo cultural en España». Tal entrega venía de muy lejos porque, aparte de haber publicado diversos libros de relatos, ya en 2013 obtuvo el Premio Unicaja de Artículos Periodísticos, a lo que se añadió, cuatro años más tarde, el hecho de que la Asociación de la Prensa de Málaga le concediera la Medalla de Honor de Periodismo por su trayectoria, y el Ateneo de Málaga, la Medalla de Oro de la Cultura.
En el citado libro, Busutil abordaba lo que significa la cultura, el acto de leer, como si de una verdadera tabla de salvación se tratara. Y tal vez eso puede decirse con mayor énfasis que nunca hoy en día, cuando lo audiovisual y lo instantáneo ocupan y hacen malgastar mucho tiempo. R. W. Emerson, en los albores de una nación estadounidense que estaba buscando su identidad en el segundo tercio del siglo XIX, dictaminó que la lectura era uno de los baluartes indispensables para el ciudadano, para su visión y opinión, para trascenderse. Y en efecto, la lectura nos construye por dentro, regalándolos tesoros imperecederos. Así lo habrá entendido sin duda Nuria Barrios, que habla en el prólogo a “Papiroflexia” de que estamos ante “un libro pequeño y, al mismo tiempo, infinito. Sus páginas dibujan columnas acerca de la lectura, los libros, la escritura, el lenguaje, las palabras…”. Tiene razón: no basta leer con los ojos, dice. Hay que “leer con los oídos, con la mente y con el corazón, con el cuerpo entero”, y así, como reza el primer aforismo de Busutil, entrar lo más libre posible en los libros.
Se trata de un conjunto de 751 aforismos entre los que encontramos perlas como estas: «Los lectores se reconocen por la cicatriz de sus yemas»; «Quien lee, encuentra»; «La lectura principia en amor de madre»; «Los libros son los tatuajes de la memoria», "Con la lectura se puede vivir casi sin todo". Frases de apenas una línea que invitan a reflexionar, a sentir lo que en efecto sucede en nosotros cuando nos introducimos en un buen libro como este mismo, que es una prolongación de “La cultura, querido Robinson”, donde ya había aforismos que tenían que ver con la lectura, la escritura y el mundo del libro. Sigamos pensando, pues, que “Leer es una revolución silenciosa”.
Publicado en La Razón, 23-VII-2022