El tiempo ha dictado justicia poética con John Fante, que tras su muerte, en 1983, ciego, enfermo de diabetes y con las piernas amputadas tras una existencia alcoholizada, ha recibido un tratamiento que lo ha convertido en autor de culto. Debutó como novelista con «Espera a la primavera, Bandini», en 1938, donde narraba la infancia del personaje tratando de escapar de la pobreza; le seguiría «Pregúntale al polvo», en la que el joven Arturo Bandini, de padres italianos establecidos en Colorado, malvivía en una pensión de Los Ángeles, intentando convertirse en escritor. A estas y otras novelas se les añadió un libro de cuentos que tuvo una primera edición en 1940, y ahora tenemos, en “Hambre” –título que remite demasiado a la obra de Knut Hamsun; el original sería “El gran cazador”– otra recuperación con sabor a maestría.
Traducidos por Antonio-Prometeo Moya, se trata de dieciocho relatos que fueron rescatados en 1994, cuando Stephen Cooper, biógrafo de Fante, visitó a la viuda de este y acabó conociendo la existencia de una serie de manuscritos y números de revistas antiguas; de hecho, menos uno de ellos, el resto había visto la luz en diversas publicaciones. Muestran todos escenas de un realismo e intensidad inigualables, donde se mezcla lo cómico y lo dramático, con el estilo propio del que está acostumbrado a escribir frases para el cine, aunque, en su caso, su carrera de guionista en Hollywood le provocaría un gran remordimiento de conciencia al considerar que dejaba de lado su arte literario.
La intimidad de un hogar cuyos miembros están en permanente conflicto, los celos enfermizos de un hombre, los tabúes a la hora de que personas de diferentes países se emparejen, el narcisismo del que intenta ser una estrella de la literatura, la crueldad de la adolescencia… Cada línea de Fante es un disfrute lector, una lección de cómo hay que ahondar en el ser humano literariamente. Además, se encuentra otro texto fabuloso, un prólogo concebido para “Pregúntale al polvo”, donde Fante se reviste de poeta y habla desde las entrañas de la memoria de modo absolutamente fabuloso.
Publicado en La Razón, 9-VII-2022