martes, 29 de noviembre de 2022

Entrevista capotiana a José Luis Díaz Caballero

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Luis Díaz Caballero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi estudio. En él se siento seguro. En él sé cuál es el sentido de mi vida.

¿Prefiere los animales a la gente? En ocasiones, sí. Por un animal sufrí, me desesperé y tuve mi primer contacto con la muerte. Por un animal, al que todavía hoy amo, negué a ciertas personas y postergué a otras. En ocasiones, solo en ocasiones, la gente no está a su altura.

¿Es usted cruel? Supongo que no. Detesto la crueldad, aunque no puedo decir que esté a salvo de haberla practicado en los momentos más inoportunos.

¿Tiene muchos amigos? Diré, aunque sea una frase hecha, que tengo pocos amigos, pero extremadamente buenos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La comprensión y el sentido del humor. A veces, solo en la risa descontrolada encuentro la felicidad.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. Y si lo hacen, no hay decepción que no se evapore con una buena charla.

¿Es usted una persona sincera? Intento serlo. Pero no se olvide usted que, además de escritor, soy abogado.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Dado que la escritura y la lectura forman parte de mi vida y no del tiempo libre, diré que divagando.

¿Qué le da más miedo? Perder a mis padres.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La injusticia. Es una respuesta manida, lo sé, pero no deja de escandalizarme cuando me encuentro con ella, o cuando soy yo quien la fabrico.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Probablemente, si no hubiese sido escritor, mi vida no habría tenido razón de ser. Difícil pregunta.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí. Entreno y corro todas las mañanas.

¿Sabe cocinar? No. Mi cocina es de supervivencia. Pero corregiré esta falta muy pronto.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A José Saramago, sin lugar a duda.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Alegría.

¿Y la más peligrosa? Terror.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, pero me es imposible.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? En literatura, en mis relaciones sentimentales y en el trato con el mundo, intento ser todo lo revolucionario que puedo.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un animal. Y por la nostalgia que aún me pesa, un gato.

¿Cuáles son sus vicios principales? Más allá de malas interpretaciones, que seguro las habrá, la lascivia. Y puedo que también la verborrea.

¿Y sus virtudes? No soy el más indicado para responder a esa pregunta, pero le juro que me encantaría.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Supongo que la imagen de una mano acariciándome.

T. M.