En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Daniel Ferreira.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Viviría a gusto en cualquier ciudad donde haya
librerías.
¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero ver
pasar a la gente en los cruces de caminos.
¿Es usted cruel? Vi que una pareja se
peleaba en el aeropuerto porque habían perdido la llave de la maleta. Noté que
la llave estaba en el tapete, pero no les dije, porque me dio curiosidad saber hasta
dónde podrían llegar. La cosa paró cuando ella dijo: “Por qué eres tan negativista”,
lo que desvió el asunto a: “Yo no soy negativista”, etc. Pensé: que rompan, porque
si no soportan la pérdida de una llave, no soportarán lo que les espera. Supongo
que soy un crudelísimo monstruo.
¿Tiene muchos amigos? Los suficientes. La
amistad verdadera es la relación perfecta: a prueba de distancia, de peleas, de
ideología y sin contratos laborales.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Amicus Plato. Amigo
de Platón pero más amigo de la verdad, Aristóteles dixit.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No veo cómo mis ex
amigos puedan decepcionarme.
¿Es usted una persona sincera? De donde
crece la caña. (Santander, Colombia).
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Camino sin rumbo.
¿Qué le da más miedo? Perdí el
miedo a todo, menos a los choferes embalados en las calles de Bogotá.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Los tatuajes en la cara, las piyamas polares, la
indigencia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Meditar, o un oficio manual
y agotador que forzara la mente a callar.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? A veces
voy a correr.
¿Sabe cocinar? Vivo solo y estoy harto de cocinar.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? En pandemia compré la conmemorativa de los cincuenta años del RD en
español, la Selecciones mexicana; estaba Chaplin. A ese nivel no conozco gente,
todos somos olvidables porque aquí estamos obligados a circular en ámbitos
locales mientras allá nos imponen a sus inolvidables. Pero me pueden encargar el
perfil un personaje latino que haya dado la vida por una noble causa.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Niño, niña.
¿Y la más peligrosa? Enemigo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? En la ficción a
veces me cargo a alguno.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Actualmente soy furibundo
petrista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Escribir permite
ser cualquiera.
¿Cuáles son sus vicios principales? Superada la temporada
de vicios van quedando solo los placeres pequeños: tortas, bocadillos, el café,
las empanadas.
¿Y sus virtudes? Declararlo sería “gilipollez”,
como dicen ustedes.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Alguna pendejada tipo:
¿Dios mío, dónde dejé mi cerveza?
T. M.