En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Andrea Loren.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Cualquier sitio en el campo
argentino. Las vistas abiertas de sus horizontes son un bálsamo para un espíritu
inquieto como el mío.
¿Prefiere los animales a la gente? Ambos, con todas sus particularidades.
¿Es usted cruel? Tuve
siempre un gran cuidado de no serlo, pero seguramente he fracasado varias veces.
¿Tiene muchos amigos? Pocos, sin embargo, he contado con maravillosos compañeros y compañeras de
viaje durante largos trayectos del camino.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? No creo que la amistad tenga que ver con las cualidades de cada uno, sino
más bien con la conexión emocional entre ambos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? La decepción es parte de la vida, como lo es la ilusión.
¿Es usted una persona sincera? La mayor parte del tiempo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En casa con mis afectos, escribiendo, leyendo, cocinando y diagramando
nuevos proyectos.
¿Qué le da más miedo? La falta de piedad y de empatía.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La injusticia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? No
sería yo sin la creatividad… Ya sea un libro, un diseño de cualquier tipo, un
menú, un jardín. Materializar mis ideas es lo que me da aire, lo que me hace feliz.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? No.
¿Sabe cocinar? Sí,
me he preparado profesionalmente para eso.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Manuel Belgrano, sin dudas. Un hombre que lo dio todo por la Patria
argentina. Respetuoso de la libertad y de una espiritualidad innegable.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Libertad.
¿Y la más peligrosa? Impunidad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Algunos personajes de mis novelas no se han salvado de ello.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? No tengo, la política actual en general está muy lejos de mis
convicciones.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un lugar de paz para el alivio de los que sufren pérdidas y atrocidades.
¿Cuáles son sus vicios principales? El dulce de leche y el chocolate, la comida agridulce en general, un buen
vino.
¿Y sus virtudes? La
constancia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Creo que el instinto de autopreservación me haría buscar la forma de
salir a flote. No me imagino pensando en otra cosa que en sobrevivir.
T. M.