En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Renato Cisneros.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Un cine. Uno donde solo proyecten películas en
idioma original.
¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a
la gente que prefiere a los animales.
¿Es usted cruel? Solía serlo, de
niño, con ciertos insectos o reptiles. No tengo justificación alguna. Supongo
que algo tenía que ver la violencia que imperaba en el Perú de los años
ochenta.
¿Tiene muchos amigos? Cada vez tengo menos
amigos y más lectores, que son una suerte de mejores amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Tolerancia,
conversación, inteligencia, lealtad, humor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Sí, pero no más de
lo que yo suelo decepcionarlos a ellos.
¿Es usted una persona sincera? Por lo
general, sí. Pero mucho más cuando escribo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Nadar, correr, ver
películas, subirme a la montaña rusa con mi hija de seis años.
¿Qué le da más miedo? La montaña
rusa.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La forma en que el ser humano se ha acostumbrado a
reeditar el terror.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Creo que habría sido un
psicoanalista competente.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Nado,
corro, juego al fútbol, aunque las lesiones y desgarros conspiran contra la
disciplina.
¿Sabe cocinar? He aprendido a hacerlo desde que vivo
en Madrid. Mis ensaladas son irresistibles. No así mi lomo saltado.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A un sacerdote
peruano de origen alemán, Eduardo Arens. Sobrevivió al bombardeo de Dresde y es
uno de los poquísimos religiosos que conozco que no duda en enfrentarse al
poder y señalar los anacronismos de la Iglesia católica.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Aunque.
¿Y la más peligrosa? Patria.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? He deseado la
muerte, pero no he querido matar.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Centrismo radical.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? No lo sé.
Me ha tomado tiempo, pero me gusta esta cosa que soy.
¿Cuáles son sus vicios principales? La impuntualidad. El
egoísmo. Las sopas instantáneas.
¿Y sus virtudes? Ser padre de mi hija
y esposo de mi esposa.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Las caras
jóvenes de todos mis muertos.
T. M.