domingo, 2 de junio de 2024

Entrevista capotiana a Albert Franquesa

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Albert Franquesa.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Cualquier lugar fuera de este mundo, aunque me conformo con una isla paradisíaca, sin mosquitos, y en buena compañía.

¿Prefiere los animales a la gente? Por muy conflictivas y contradictorias que sean las relaciones humanas las prefiero a las que establecemos con los animales, reducidos a mascotas o fuente de proteínas.  

¿Es usted cruel? Soy una buena persona, solo ejerzo la crueldad en los restaurantes, concretamente en el segundo plato. Ser cruel está feo.

¿Tiene muchos amigos? Podría contarlos con los dedos de una mano y aún me sobraría alguno.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Confianza, humor, comprensión, buenos momentos… y generosidad a la hora de pagar la cuenta en el bar.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Alguna que otra vez –todos hemos decepcionado a alguien en algún momento– pero por lo general, no. Por otro lado, he aprendido a rebajar mis expectativas. El paso del tiempo se encarga de sembrar de dudas la vida y cada vez juzgo menos.

¿Es usted una persona sincera? Lo intento, en la medida de lo posible. Vivir en sociedad es asumir que las cosas deben funcionar. La sinceridad es disruptiva, inapropiada y en muchos casos inútil. A no confundir con la mala educación disfrazada de sinceridad. Sinceridad solo bajo demanda, por favor.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Nadeando, sea leyendo, viendo películas, paseando. Lejos de mí. Y cuando puedo viajar a la otra punta del planeta. Lejos de lo conocido. Por otro lado, me preocupa el concepto “tiempo libre”. ¡Liberemos el tiempo!

¿Qué le da más miedo? El sufrimiento propio y a veces el ajeno. La falta de salud, dinero y amor.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La tendencia como sociedad a normalizar guerras y catástrofes evitables. La poca capacidad de dudar de uno mismo. La pretensión de pensar que siempre estamos en el lado correcto, de parte de los buenos. La enorme habilidad para el autoengaño en las historias que nos contamos a nosotros mismos. La doble vara de medir. La opulencia de los sinvergüenzas.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Buscar otra línea de fuga. Seguir dentro, pero al margen. Tal vez la de escritor es una máscara social que permite a los raritos ser aceptados sin que te miren mal. Flaubert hablaba del idiota de la familia.  Artaud, del suicidado por la sociedad. Yo soy más bien un escapista.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Respirar.

¿Sabe cocinar? No. Se me dan bien los espaguetis con salsa de tomate en diez minutos. Aunque, en cierto sentido, escribir… ¿no es ya cocinar? Y eso sí se me da bien, presuntamente.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Lawrence de Arabia.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Esperanza.

¿Y la más peligrosa? Bienestar.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Chorrocientas veces. Escribo para no matar, decía Cioran.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Al fondo a la izquierda.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un ficus estrangulador.

¿Cuáles son sus vicios principales? Byung-Chul Han y los lunes al sol. 

¿Y sus virtudes? Dormir de un tirón y huir sin necesidad de tomar un avión. 

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Pececitos payaso en el mar de Andamán, sirenas caribeñas y Lawrence de Arabia cabalgando un dromedario con destino a Ákaba.

T. M.