En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ángel Padilla.
Si tuviera que vivir en un
solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El territorio Iratxe (mi
mujer, con la que vivo). Es el único lugar de este mundo donde me siento pleno.
Junto a ella y con ella, nuestra lucha por la liberación animal es más digna y
posible.
¿Prefiere los animales a la gente? Teniendo en cuenta que la
gente (los humanos) también somos animales, la pregunta está mal formulada.
Entiendo que Capote era especista y por ello en ese tiempo no recayó en la
errónea formulación de ésta. Aunque, por otro lado, hay que examinar a los
genios en su tiempo, y en el tiempo de Capote no se hablaba, como hoy, de
veganismo ni de que los animales no humanos deban ser respetados con las mismas
garantías que los humanos. Quizá, Capote, de vivir hoy, hubiera escrito además
de “A sangre fría”, un “Matadero en el monte”, o algo así. Respecto a si
prefiero a cualquier especie de animal que la especie humana, por supuesto. El
resto de los animales al menos respeta la cadena trófica. La crisis climática
la ha producido el ser humano, esta sexta gran extinción, al contrario de las
cinco primeras, que fueron causadas por causas naturales, esta sexta gran
extinción masiva es producida por el humano. Aquí doy mi respuesta sobre qué
tipo de “animales” prefiero, o creo tendrían más derecho de habitar esta
tierra. Invito al lector a que lea mi última obra de teatro “narrativo”
publicada, que habla precisamente sobre este tema, su nombre “Los hijos de
Romeo y Julieta” (La Consentida Editorial), con ilustraciones de Ana Clara
Pees.
¿Es usted cruel? Si fuera cruel, no lo reconocería. La gente cruel suele ser narcisista o
psicópata, por tanto o no saben cuánto de malos son porque, sencillamente, les
da igual, o lo desconocen porque creen que hacen lo adecuado. Yo no soy cruel,
llevo luchando treinta años desde la literatura y el activismo por un mundo sin
crueldad, sobre todo hacia el resto de los animales, que es la raíz del
problema de que todo esté como está: destruido y pronto (si no hacemos algo
masivo y contundente) aniquilado por completo.
¿Tiene muchos amigos? Pocas, pocos. Además, creo que las personas que dicen llevarse bien “con
todo el mundo” además de unos hipócritas son gente de poco fiar, puesto que,
sencillamente, lo que hacen, es no contrariar a nadie. En un mundo donde el
Poder, con toda su estafa y terror, ha logrado meter sus carceleros y verdugos
en la mente de los “ciudadanos”, los “amigos” han de ser escogidos, pues sólo
'sirven' para la revuelta, para buscar la puerta de salida, sin que se enteren
todos los demás, que son chivatos de los amos. Amigas y amigos obreros del
verdadero mundo, y picapedreros del viejo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Inteligencia crítica. Valentía. Que se confronten con todo lo que hace a la
humanidad, y de resultas, al mundo peor: militarismo, religiones, costumbres y
tradiciones (que sólo enraízan hechos estúpidos y/o crueles y no nos permiten
evolucionar), que se confronten contra todo tipo de Poder, contra toda estructura
piramidal. No me fío de los votantes, no me fío de quien no da su opinión para
quedar bien. No me fío de los que van a las ermitas e iglesias o hablan de
"energías" y "reencarnación", reiki o de cuestiones que
sólo la fe (sin crítica) sostiene como humo. Ni de quienes no saben cuándo y
contra quién hay que librar batalla, para la gran liberación del mundo. La
valentía ha de ser estratega.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? A veces, porque hasta las columnas que parecen más fuertes, se tambalean.
He visto mares inmensos alejar sus aguas de mi mirada y mis pies en cuestión de
segundos, porque algún chivato o matarife le había dicho 'arre!' al mar y
'aléjate de él', que “está en la lista” de los non gratos para 'el Gran
Hermano'. La edad va haciendo que la intuición sea más poderosa y los amigos y
las amigas se reconozcan con una simple pequeña conversación, como se reconocen
los perros, oliéndose el culo.
¿Es usted una persona sincera? Odio la mentira. La mentira
ha construido este mundo en ruinas (en ruinas para los pobres, y entre los más
pobres, los animales), lleno de torreones de oro en los parajes de los ricos.
Pero a los mentirosos les miento. Por pura estrategia. Y porque no conocen otra
forma de vivir y relacionarse, los mentirosos no soportan la verdad ni la
aceptan.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Escribiendo, al lado de Iratxe. En ella. Ahora ocupo mi tiempo
promocionando mi último libro de poesía publicado, “La Bella Revolución” (La
Tortuga Búlgara, 2024), que el 4 de octubre de 2024 presentaré en FNAC San
Agustín de Valencia, con músicos y artistas invitados.
¿Qué le da más miedo? Padezco síndrome de
Hércules. Diría, pues, bajo ese síndrome que tengo desde niño, desde que salí
de una infancia de maltrato continuado a mi madre y hermanos durante años por
un padre loquísimo, que nada me asusta. Y tanto he repetido esa frase que se
hizo cierta. Permíteme que en lugar de miedo hable de qué me inquieta o
preocupa más. Me preocupan mucho las personas que ven que este mundo se está
desmoronando, irreparablemente, y no hacen nada al respecto, sólo votar y
esperar (ridículamente) que un político lo salve todo o que lo haga un dios que
no existe más que en la imaginación de sus cabezas. Yo creo que si algo debería
dar mucho miedo, sería la estupidez colectiva, esa es la que está permitiendo
que todo arda, que todo se consuma, que toda inocencia sea golpeada y que lo
que queda de bello y natural sea arrancado de raíz ante sus narices, ellos
callados.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El concepto escándalo no me gusta. Permítaseme
decir qué me irrita más: y es que por un lado avance lo que nos puede salvar a
todos (y con todos hablo del resto de los animales) en forma del crecimiento,
por fin, mundial del veganismo (si el veganismo avanzase más deprisa, con sus
parabienes, se podría reparar considerablemente el calentamiento global), y
contra ello —que viene a ser, según muchos creemos, la mayor y más hermosa rebelión que
ha existido en el seno humano, porque tumbamos una costumbre de siglos, en pro
de una justicia abarcadora de verdad y que no se detenga sólo en las lindes
humanas—, contra
esta narrativa por fin lógica, justa de verdad y bondadosa de verdad, me
envenena que los anacrónicos antropocentristas redoblen sus proclamas pro
esclavitud animal, pro maltrato animal y pro (aquí el quid de la opresión)
privilegios humanos (el antropocentrismo, ése, hoy, sí es un escándalo).
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? De poder decidirlo yo,
siempre escritor. Esto no se decide. No se decide ser pájaro o ballena,
relámpago, orilla o galgo. De habérseme impedido escribir y expresarme, me
hubiera tirado de cabeza al río. Un ave en una jaula no es un ave, por eso
muchos animales enjaulados se autolesionan e incluso suicidan (como ciertas
orcas que se mataron golpeándose repetidamente contra la piedra de sus
acuarios), porque ¿lejos del mar, y haciendo lo que otros quieren y a mí me
destruye, para qué?
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Esquivar maliciosos. Evitar
conversaciones sobre política, evitar imbéciles de los que está lleno este
barrio (llamo barrio a un país, a todo este mundo). No es que esquive el
conflicto, de hecho lo enfrento en mi obra y activismo. Sencillamente no todo
lugar es óptimo para debatir ni todas las personas merecen que uno pierda el
tiempo con ellas, hay un tipo de estupidez, la más crónica, que al final
mediante algún tipo de sepsis no mortal, torna las orejas y el conducto
auditivo de los tontos de yeso de estatua de fuente. A esos hay que dejarlos
atrás, a galope. Ese ejercicio diario de esquivar quema muchas calorías, ¿eh?
¿Sabe cocinar? Desde
pequeño. Éramos siete. Vi que mi madre no tiraba para adelante, lo hacía, pero
le llevaba la vida. Así que muy pronto me arremangué y ayudé, aprendí. Y desde
entonces siempre cocino. Eso sí, vegano. Nada que provenga de haber hecho
llorar y de haberle quitado la vida a una criatura que, como yo, quería vivir.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Iratxe Arruti Elguezabal, ella es letrada animalista. Sus logros, su
forma de ver el mundo. Que sea una abogada vegana y animalista, además
anarquista, para mí, que conozco personas muy peculiares, originales y
necesarias, ella está en el ranking más alto. Es, de lejos, la persona más
inteligente y relevante (si atendiéramos a un concepto de evolución real) que
conozco y conoceré.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Te respeto, seas como seas.
¿Y la más peligrosa? No te respeto, porque no
eres como yo. En mi última novela animalista y ambientalista, y pro derechos de
toda diversidad en el seno humano, “Humanzee” (Hades ediciones), se habla mucho
y extenso de ello.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? A los tiranos, a los que procuran una crueldad continuada. Pero no pienso
en matar, sino en si pudiera hacer que no existieran, o que no hubieran nacido,
apretaría el botón. Por el bien de las víctimas. Siempre pienso en las
víctimas.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Desprecio la política, y me dan risa los que la defienden, lo de votar a un
tipo o una mujer que no conoces de nada para que decida las cosas más
relevantes sobre el presente y futuro de tu vida, sólo por el hecho de que es
lo único que han conocido y creen que está bien. No ven la gran indignidad que
subyace en el hecho de votar y de creer en gente que no conoces, sobre todo en
el hecho de entregar las llaves de tu vida a otro. Así que diría que, fuera de
todo lo político, soy anarquista, no porque esté dentro de un sistema de
creencias “anarquista” o algo así, sino porque es la única palabra que conozco
que describe mejor el odio a la pirámide de mando social levantada para que
unos pocos ricos sigan siéndolo y millones de personas, humanas y no humanas,
mueran de hambre, bombardeadas en guerras, sedientas y paupérrimas por el
cambio climático, las sequías, etc.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? En este mundo, donde el
humano todo lo controla, nada. Iba a decir pájaro, pero de inmediato he pensado
en el cazador que se acercaba.
¿Cuáles son sus vicios principales? No creo que pueda llamar a cualquiera de mis hábitos, vicios. No me gusta
esa palabra. De hecho, considero que el mundo es peor porque está colmado de
viciosos. Yo tengo inclinaciones. Mi mayor inclinación es trabajar duramente
por una justicia mayor, una justicia que pueda serlo de verdad (no como la
provinciana mental del antropocentrismo que poseemos ahora), que abarque todo
lo vivo, que nos haga realmente conscientes y nos aleje del vil especismo.
¿Y sus virtudes? Puedo fingir, si es necesario, que me encuentro a gusto en los más
distintos contextos. Soy como un soldado de la naturaleza entrenado en
estrategia de resistencia en lugares hostiles, si introducirme como intruso en
dichos contextos le es necesario al Plan común y completo de la libertad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Iratxe. Y todos los demás
animales. Escenarios naturales.
T. M.