“Era el 13 de febrero de 1937. El cónsul Luigi Ferdinando Baldaro se disponía a partir hacia España para tomar posesión de su cargo en Mallorca.” Así da comienzo esta novela de Fabrizia Ramondino (Nápoles, 1936-Gaeta, 2008), publicada originalmente en 2001 y que ahora cuenta con un prólogo de Daniel Capó, que destaca los asuntos que marcaron la literatura de esta autora: “la infancia y el recuerdo, la marginación y el exilio”. Así, “Guerra de infancia y de España” (traducción de Celia Filipetto) está inspirado en un tiempo y un lugar familiares para los Ramondino. El padre de la escritora era, en efecto, un cónsul (del gobierno fascista italiano) en la isla balear que tuvo que abandonar España en el contexto de la Guerra Civil.
La impronta hispana es clara sólo empezar el texto, con un epígrafe del “Quijote”, que precede una larga narración protagonizada por Titita, cuya familia llega a Mallorca en una corbeta para asentarse en una casa de las afueras, Son Batle. La autora equilibra bien el contraste entre lo más angustioso, el mundo de los adultos amenazado con una guerra local y otra europea a la vista, con el otro mundo, el del interior de una chiquilla muy despierta que siente interés por todo lo que le rodea, ya sea el jardín de la villa donde vive o lo que tiene a bien enseñarle su niñera, al tiempo que descubre la naturaleza o personas de diferentes clases sociales.
El amor por su padre –que algún lector relacionará con el complejo de Edipo– y el trato difícil con su madre, la referencia a su querida abuela, residente en Nápoles… Todo se va desarrollando mediante este juego paralelo de niñez y peligro bélico en que Italia está destinada a quedar derrotada. Una deslumbrante Mallorca ve cómo crece la muchacha, y la novela deviene un gran fresco social que tiene, cual escenografía de teatro infantil, la mirada de un ser inocente que aprende a desapegarse de la edad más feliz.
Publicado en La Razón, 31-VIII-2024